Esperando a Godot es la eterna espera sin esperanza, es una metáfora de la vida. Esperar es lo que hacen Vladimir y Estragon, y, mientras esperan, juegan para acortar esa espera, para inventarse una vida propia.
Sobre la obra...
Esperando a Godot es la eterna espera sin esperanza.
Esperando a Godot es una metáfora de la vida: Beckett presenta la vida como una espera eterna (Godot nunca llegará). Esperar es lo que hacen Vladimir y Estragon, los personajes centrales de la obra, y, mientras esperan, repiten actos cotidianos, vuelven una y otra vez a sus juegos en un intento por matar el tiempo, por acortar esa espera, por no perder la esperanza, por inventarse una vida propia.
Beckett subtituló su obra como ``tragicomedia en dos actos´´.
Este montaje se ha centrado en la doble condición de tragedia y comedia que el autor apunta, como dos ejes que estructuran y sostienen la acción dramática. Por un lado, el eje vertical de la tragedia atiende al contenido de la obra: Beckett muestra al ser humano, un ser humano, cualquier ser humano, el Ser Humano, solo, desamparado frente a su imagen ridícula y absurda, ante esa decadencia que cada día se hace más patente en él, en espera de una respuesta al vacío que le rodea. Quiere saber por qué le han fallado los dioses, por qué le han abandonado en este paraje inhóspito; quiere saber, el ser humano (el Ser Humano), cuál es el sentido de una existencia que se caracteriza por el absurdo: el absurdo de unas acciones absurdas, de unas relaciones absurdas, de una rutina absurda. Los dioses callan, la razón (la Razón) está ciega. Estamos rodeados por el vacío.
Esperando a Godot es la tragedia de unos seres humanos colocados en medio de nada, obligados a esperar sin fin, sin remedio, a alguien que nunca llegará; están condenados a esperar sin sentido.
Por otro lado, el eje horizontal de la comedia articula el aspecto formal de la obra: esta tragedia tiene forma de comedia. Mientras esperan, los personajes, incapaces de comprender el mundo, intentan relacionarse entre sí, con el entorno y con el público, y lo hacen de una forma profundamente cómica: repiten una serie de juegos en los que parodian diversos aspectos de la vida buscando de este modo encontrar un sentido a la suya propia. Es la única manera de hacer soportable la tragedia. El propio Beckett dijo de su obra que no era más que un chiste (sin duda trufado de humor negro). Y es una comedia, además, porque, no lo olvidemos, al ser humano contemplar la desgracia ajena le parece muy divertido.
Esperando a Godot es una reflexión sobre el paso del tiempo: Beckett cuestiona la existencia del ser humano, la certeza de que el tiempo, la vida, verdaderamente transcurre. Así, construye su tragicomedia en dos actos para mostrar la rutina, la repetición, la apariencia del paso del tiempo. Son dos actos que representan dos días, que representan un número indeterminado de días, una vida entera, toda la vida.
En medio de un páramo, junto a un camino, al pie de un árbol, unos hombres, Vladimir y Estragon, esperan la llegada de Godot, alguien a quien no conocen y con quien supuestamente tienen una cita. En algún momento, otros dos hombres, Lucky y Pozzo, se cruzan con Vladimir y Estragon.
Godot nunca llegará.
``en frente
lo peor
hasta que
haga reír´´
Samuel Beckett
Mirlitonnades
Sobre el autor...
En 1952, Samuel Beckett, un irlandés que escribía en francés, publica en París En attendant Godot (Esperando a Godot), reconocida como una de las obras más importantes e innovadoras del teatro del siglo XX.
Con la impresión causada por la 2ª Guerra Mundial, el clima intelectual consecuente (filosófico y literario) impulsa a algunos importantes pensadores y escritores, no sólo europeos, a trasladarse a París, distanciándose, en mayor o menor medida, de sus lenguas de origen y pasando a escribir sus obras en francés.
Los acontecimientos acaecidos llevan a los pensadores a cuestionar rotundamente el sentido de la razón y la lógica humanas. Después de la terrible experiencia de la guerra, nacida en Europa, en la que murieron millones de personas, con medio mundo devastado, los pensadores creen que el Hombre, abandonado por los Dioses, tiene que dar un nuevo sentido a su existencia; Él solo, libre y responsable de sus actos, sin un Dios que le guíe o proteja. El Hombre queda, así, abandonado a su (propia) responsabilidad.
En el humor trágico encontraron estos dramaturgos el medio ideal para presentar los vanos intentos del Hombre por dar sentido a su existencia.
Sobre estos presupuestos filosóficos y artísticos escribió Beckett su obra, que causó una gran conmoción tras su estreno, al mostrar de una forma desnuda y directa todas estas cuestiones. Beckett se atrevía a presentar sobre el escenario la negación de la acción, base del teatro occidental (y, por qué no, de la vida en occidente): los espectadores asistían a una representación en la que aparentemente no sucedía nada; sencillamente dos personas esperan a otra. Las primeras palabras que se dicen son ``nada que hacer´´, una sentencia significativa, cargada de desesperanza o de esperanza, según la interpretación de cada cual.
50 años despues... nuestro espectáculo
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Desde su estreno, Esperando a Godot ha sido objeto de innumerables interpretaciones, casi todas tendentes a resaltar su trascendencia y las posibles connotaciones filosóficas o religiosas que pudiera tener.
En nuestra puesta en escena no hemos querido profundizar en una lectura trascendente de la obra, siguiendo la opinión del propio Beckett de que su obra no era sino un juego. Como un juego hemos afrontado la puesta en escena, con sencillez, permitiendo que la voz de Beckett llegue limpia al público, de modo que pueda extraer las reflexiones que el texto le pueda provocar.
La figura del clown, tan afín al autor, quien admiraba y adoraba el mundo del circo, del music-hall y el cabaret, ha sido la base de nuestro trabajo interpretativo, en el que el contacto con el público es parte fundamental, siendo el clown el personaje cuya existencia aflora en ese punto donde el eje vertical de la tragedia y el horizontal de la comedia coinciden. Y lo hemos situado en un mundo que sugiere el del circo. Porque el circo es el mundo de la ilusión, el lugar donde se confunden la cruda realidad y la irrealidad, la vida y el espectáculo; la mentira y la verdad, la apariencia, los sueños, la ilusión, y la vida. En ese mundo, que nos permite resaltar los aspectos más puros de la mecánica teatral, se desarrollan las vidas de estos anti-héroes que Beckett inventó para que representaran a toda la Humanidad.
Es nuestra humilde intención entretener al público conmoviéndole. Y quien tenga arrestos que reflexione acerca de la vida, tal y como Beckett propone.
Ficha artística...
Dirección
Jonathan Young
Juan López Berzal
Actores
Jorge Padín
Juan Monedero
Ángel Simón
Juan López Berzal
Kike Martín
Espacio escénico
Elena González
Vestuario
Elena Revuelta
Marta Vega
Maquillaje
Carlota Marañón
Diseño de iluminación
Baltasar Patiño
Técnico de iluminación
Kike Martín
Diseño gráfico
Raquel Fernández
Fotografía
José Manuel Salceda
Producción
Ultramarinos de Lucas
Coproducción
Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha
Colaboran
La Nave de Cambaleo (Aranjuez)
Ayuntamiento de Azuqueca de Henares