Cada 11 minutos muere por suicidio una persona menor de 19 años en el mundo. ¿Qué papel juega el vivir en una sociedad estructuralmente patriarcal donde la salud mental de las personas jóvenes es cada vez más precaria? ¿Por qué no se habla nunca del suicidio?, ¿nos da miedo, o es porque es un fracaso social y no queremos hacer autocrítica?
Siete jóvenes en el escenario explican a través de diferentes escenas las problemáticas derivadas de los conflictos sociales y estructurales que afectan directamente a la salud mental de la juventud. A partir de la danza, el texto, las proyecciones, la música tecno y la performance las intérpretes construyen un iceberg alegórico que acaba dejando constancia de la problemática actual del suicidio juvenil. Una propuesta que adopta un carácter crítico y social para oscilar entre la comedia más sarcástica y el más profundo drama. El retrato de una sociedad que vive de espaldas a sus propios síntomas.