Las mil caras de Caperucita

Trabalenguas, adivinanzas, lógica,... en una pieza teatral que aúna: canciones, baile, clown… Todo con un único objetivo: despertar en los niños el sentido crítico, el compañerismo, la valentía vital y el valor de la verdad.


Cuando Caperucita se volvió feroz...

La obra:
`Las mil caras de Caperucita´ es una vuelta de tuerca al clásico cuento de Caperucita Roja. Ella, la antaño niña ñoña e inocente que debía atravesar el bosque en busca de su abuela –viaje en el que se encontraba con el peligroso lobo- es en esta novedosa versión una niña de nuestros días que se lanza a la calle, donde vuelve a encontrarse con su enemigo: el lobo. Él, haciendo gala a la tradición, intenta enredar a la niña, ponerle trampas para que caiga en sus garras. Ella, inteligente y astuta, salva todos los obstáculos con ingenio.

Los objetivos no cambian, el lobo intenta comerse a Caperucita y ella intenta zafarse del lobo, aunque la situación se ha ambientado en una urbe contemporánea. Caperucita y el lobo viven en el mismo distrito de pisos, una urbanización dormitorio de una inmensa ciudad en la que sus habitantes van y vienen ajenos al entorno que les rodea. El egoísmo social, la competencia y las prisas están latentes en la historia. Caperucita, de hecho, es una niña sola, como todos los niños de hoy en día.

La obra, escrita para público infantil, intenta transmitir valores en su mensaje artístico. Para ese cometido emplea distintas armas: trabalenguas, adivinanzas, lógica… en una pieza teatral que aúna distintas disciplinas artísticas: canciones, baile… todo con un único objetivo: despertar en los niños el sentido crítico, el compañerismo, la valentía vital y el valor de la verdad. Otro guiño artístico de la obra es ofrecer la inversión de papeles que se realiza entre la astuta caperucita y el bobalicón lobo, en clave de clown. Caperucita, a la que en la obra se la llama CAPOLICITA, representaría al cara blanca, y el lobo al Augusto.

El montaje:
El montaje es absolutamente novedoso, ya que intercala durante toda la representación un vídeo, en el que el público contempla la historia clásica del cuento en clave de cine mudo, con una estética a medio camino entre el expresionismo y lo felliniano. El texto que le sirve de base es un romance de los años cuarenta sobre la leyenda de Caperucita. El vídeo en sí es una producción independiente, una película completa en formato vídeo con su propia escenografía, actores, música original de piano, localizaciones exteriores y los fotogramas coloreados parcialmente por ordenador.

La compañía:
La compañía El Montacargas, que regenta la sala del mismo nombre (con diez años de andadura y perteneciente a la Coordinadora Estatal de Salas Alternativas), tiene a sus espaldas diecisiete años de currículo teatral, ya que su germen fue la compañía La Torre Infiel, hoy reconvertida en este nuevo nombre. El Montacargas combina en su trabajo actoral espectáculos de adultos y de público infantil, en un intento de tocar todas las vertientes artísticas posibles y de no descuidar a un público importante, el infantil, aspecto en el que son pioneros en el panorama teatral.