Todos recordamos a cierto personaje de "Juego de tronos" al que le gustaba empinar el codo más de la cuenta. Servirse copas y copas de vino mientras allá fuera el mundo parecía desintegrarse. En el puente de la Constitución todos podríamos ser un poco Tyrion Lannister, aunque desde luego no por su parte más maquiavélica, sino su amor por la vida que al final se impone sobre todo lo demás.

Afortunadamente nuestro mundo es bastante más idílico que Poniente y Essos, y en lugares tan especiales como La Rioja podemos disfrutar de experiencias inolvidables acompañados de una copa de buen vino, sin la exagerada avidez de la famosa “mano del rey”, y con la tranquilidad de sabernos a salvo en una tierra que da la bienvenida a todos los viajeros que la visitan.

Home is where the wine is

En México, pocos pueden concebir un jardín sin agaves y una botella de tequila en el armario. Tampoco unos rusos cuyo vodka es el mejor aliado a la hora de paliar el invierno eterno. Y en el caso de La Rioja, hasta el tejado de un campanario puede ser un buen lugar para montar un viñedo y ninguna bodega es lo suficiente grande como para contener el potencial de la comunidad favorita de Baco, Cersei Lannister y otros wine lovers de la historia.

Como cada año a medida que aprieta el frío, la necesidad de sucumbir a nuevos estímulos envueltos en un abrigo y bajo un tejado de madera lo son todo a la hora de ser felices. Si a ello añadimos los muchos encantos que ofrece La Rioja, sus ciudades patrimonio y sus tierras cromáticas, estamos hablando del destino perfecto.

Pero tranquilo, que si en tu caso ya has pateado Logroño y Calahorra para olfatear los vestigios jacobeos o te has perdido en segway por los viñedos de La Rioja Alta ahí va una opción más alternativa: acercarse a visitar Santo Domingo de la Calzada durante los días 6,7 y 8 de diciembre.

Un día en 1217

A medida que nos acercamos a Santo Domingo de la Calzada y su catedral románica, su principal orgullo, “el efecto Lost” parece apoderarse de nosotros: en su interior pueden verse trovadores y doncellas, aunque en lugar de un oso polar descubres dos pollos frente a la tumba de Santo Domingo como tributo. Después miras hacia arriba, esas cúpulas y arbotantes que te reconcilian con tus viejos apuntes de historia del arte.

Porque La Rioja tiene un plan secreto: sumergirte en diciembre de 1217. Sus patrimonios lo saben, y también el despliegue de mercados y farándula que inunda Santo Domingo de la Calzada cada puente de la Constitución.

Durante tres días, la Feria de la Concepción se extiende por toda la ciudad para sumergirnos en aquellos tiempos de trueques, posadas y trozos de queso chorreantes. Del vino ya no decimos nada porque aquí es es tan indispensable como el aire para respirar o una chimenea para calentarse. Tanto, que se convierte en el aliado clave a la hora de perderse por los siguientes mercados. Toma nota:

Mercado Medieval: el highlight de esta fiesta se encuentra repartido entre la Catedral, la Plaza de España, la Calle Mayor y la Plaza de la Alameda. Seguirás sin poder huir del siglo XIII, ya que los bufones campan a sus anchas, las vacas pacen en mitad de la calle y las cortesanas ejecutan la versión medieval de Wannabe. Lo que diferencia a este mercado medieval de cualquier otro que se celebra por estas fechas es la inexplicable certeza de que en cualquier momento un elfo te haga de sommelier.

Mercado del camino: 85 puestos en la Plaza Jacobea para gourmets de buen comer. No faltan los patés, quesos, licores, vinos, pasteles de vino, cecina, pasteles y quizás lembas (sólo los fans de Tolkien lo entenderán). Échale calorías y acertarás.

Ecoferia del Camino: ¿Ecolover? Tranquilo, que en este mercado te sentirás como Amélie  guardándose habichuelas en los bolsillos mientras sufría un orgasmo en silencio. Jabones ecológicos, verduras de todo tipo y platos que nunca conocieron los transgénicos. Se celebra en el Polideportivo Magurbete y Bambi ha pasado trotando por encima de todos sus productos.

Feria de Antigüedades y Coleccionismo: después de hincharte a manjares riojanos, posiblemente agradezcas algo de arte. Del vintage al sacro, pasando por corrientes de varios siglos, esta feria que se celebra en el Convento de San Francisco es todo un deleite para los amantes del arte in town. No aseguramos que hayan abetos de Navidad, pero sí quizás una rama de parra a modo de acebo.

Y así, con tanta verbena, te olvidas de diciembre…

… y su nieve

Tras explorar los muchos matices de Santo Domingo de la Calzada, la cosa no acaba ahí. Sumemos al laberinto de mercados tres belenes de diferentes épocas: el Napolitano, el de Playmobil y el mecánico futurista que se citan también en esta ciudad para reconciliarte con la fiesta más polifacética del año. Un trovador seguirá contándote un romancero mientras una doncella te sirve vino de una ánfora. Y a ti te gustaría seguir, claro, pero los cuervos ya hace tiempo que echaron a volar hacia las montañas.

Abandonas el medievo y te ves suspendido en mitad de la nada, bajo una enorme luna mientras un viento frío. Un avión sobrevuela el cielo. Has vuelto a otra época, aunque continúas escalando las laderas de la sierra de la Demanda por pura inercia, recobrando el sentido de la aventura que olvidaste en tu etapa de boy scout.

Créditos: Turismo de La Rioja

Al llegar al Muro, Valdezcaray, anfitrión noble donde los haya, te tiende un abrigo y enciende la chimenea de un hotelito coqueto. Una sopa de pollo (no, tranquilo), te reconforta. Atrás quedan las tierras de fuego, las catedrales con gallinas y los grandes mercados. Solo esquís, picos nevados y una canción que silbas.

Una totalmente diferente a todo cuanto habías escuchado antes.

Home is where the wine is

En México, pocos pueden concebir un jardín sin agaves y una botella de tequila en el armario. Tampoco unos rusos cuyo vodka es el mejor aliado a la hora de paliar el invierno eterno. Y en el caso de La Rioja, hasta el tejado de un campanario puede ser un buen lugar para montar un viñedo y ninguna bodega es lo suficiente grande como para contener el potencial de la comunidad favorita de Baco, Cersei Lannister y otros wine lovers de la historia.

Como cada año a medida que aprieta el frío, la necesidad de sucumbir a nuevos estímulos envueltos en un abrigo y bajo un tejado de madera lo son todo a la hora de ser felices. Si a ello añadimos los muchos encantos que ofrece La Rioja, sus ciudades patrimonio y sus tierras cromáticas, estamos hablando del destino perfecto.

Pero tranquilo, que si en tu caso ya has pateado Logroño y Calahorra para olfatear los vestigios jacobeos o te has perdido en segway por los viñedos de La Rioja Alta ahí va una opción más alternativa: acercarse a visitar Santo Domingo de la Calzada durante los días 6,7 y 8 de diciembre.

Un día en 1217

A medida que nos acercamos a Santo Domingo de la Calzada y su catedral románica, su principal orgullo, “el efecto Lost” parece apoderarse de nosotros: en su interior pueden verse trovadores y doncellas, aunque en lugar de un oso polar descubres dos pollos frente a la tumba de Santo Domingo como tributo. Después miras hacia arriba, esas cúpulas y arbotantes que te reconcilian con tus viejos apuntes de historia del arte.

Porque La Rioja tiene un plan secreto: sumergirte en diciembre de 1217. Sus patrimonios lo saben, y también el despliegue de mercados y farándula que inunda Santo Domingo de la Calzada cada puente de la Constitución.

Durante tres días, la Feria de la Concepción se extiende por toda la ciudad para sumergirnos en aquellos tiempos de trueques, posadas y trozos de queso chorreantes. Del vino ya no decimos nada porque aquí es es tan indispensable como el aire para respirar o una chimenea para calentarse. Tanto, que se convierte en el aliado clave a la hora de perderse por los siguientes mercados. Toma nota:

Mercado Medieval: el highlight de esta fiesta se encuentra repartido entre la Catedral, la Plaza de España, la Calle Mayor y la Plaza de la Alameda. Seguirás sin poder huir del siglo XIII, ya que los bufones campan a sus anchas, las vacas pacen en mitad de la calle y las cortesanas ejecutan la versión medieval de Wannabe. Lo que diferencia a este mercado medieval de cualquier otro que se celebra por estas fechas es la inexplicable certeza de que en cualquier momento un elfo te haga de sommelier.

Mercado del camino: 85 puestos en la Plaza Jacobea para gourmets de buen comer. No faltan los patés, quesos, licores, vinos, pasteles de vino, cecina, pasteles y quizás lembas (sólo los fans de Tolkien lo entenderán). Échale calorías y acertarás.

Ecoferia del Camino: ¿Ecolover? Tranquilo, que en este mercado te sentirás como Amélie  guardándose habichuelas en los bolsillos mientras sufría un orgasmo en silencio. Jabones ecológicos, verduras de todo tipo y platos que nunca conocieron los transgénicos. Se celebra en el Polideportivo Magurbete y Bambi ha pasado trotando por encima de todos sus productos.

Feria de Antigüedades y Coleccionismo: después de hincharte a manjares riojanos, posiblemente agradezcas algo de arte. Del vintage al sacro, pasando por corrientes de varios siglos, esta feria que se celebra en el Convento de San Francisco es todo un deleite para los amantes del arte in town. No aseguramos que hayan abetos de Navidad, pero sí quizás una rama de parra a modo de acebo.

Y así, con tanta verbena, te olvidas de diciembre…

… y su nieve

Tras explorar los muchos matices de Santo Domingo de la Calzada, la cosa no acaba ahí. Sumemos al laberinto de mercados tres belenes de diferentes épocas: el Napolitano, el de Playmobil y el mecánico futurista que se citan también en esta ciudad para reconciliarte con la fiesta más polifacética del año. Un trovador seguirá contándote un romancero mientras una doncella te sirve vino de una ánfora. Y a ti te gustaría seguir, claro, pero los cuervos ya hace tiempo que echaron a volar hacia las montañas.

Abandonas el medievo y te ves suspendido en mitad de la nada, bajo una enorme luna mientras un viento frío. Un avión sobrevuela el cielo. Has vuelto a otra época, aunque continúas escalando las laderas de la sierra de la Demanda por pura inercia, recobrando el sentido de la aventura que olvidaste en tu etapa de boy scout.

Créditos: Turismo de La Rioja

Al llegar al Muro, Valdezcaray, anfitrión noble donde los haya, te tiende un abrigo y enciende la chimenea de un hotelito coqueto. Una sopa de pollo (no, tranquilo), te reconforta. Atrás quedan las tierras de fuego, las catedrales con gallinas y los grandes mercados. Solo esquís, picos nevados y una canción que silbas.

Una totalmente diferente a todo cuanto habías escuchado antes.

Tags : La rioja
mm
Alicantino de nacimiento, amante de cualquier lugar con mínimas de 25ºC. Mi debilidad es escribir en cafés secretos, tengo curry en las venas y una palmera tatuada (tiene su miga, aunque no lo parezca). Una vez gané un premio en Japón.