Si alguien nos hubiese preguntado hace, no sé, treinta años -madre mía, qué vértigo así de repente- cómo imaginábamos el 2017 seguro que hubiésemos respondido algo parecido a ¡¡naves espaciales!! Maldito Steven Spielberg por crearnos tantas ilusiones. Menos mal que algunos visionarios sí se han atrevido a adelantarse a su tiempo e idear un futuro en condiciones. Basta con echar un vistazo a la exposición 'Norman Foster. Futuros comunes' que acoge el Espacio Fundación Telefónica para darse cuenta. Venga, vamos, que llegamos tarde...

‘Y aquí pondremos un enorme anillo negro rodeado de árboles’. ¿Quién es capaz de venderle una idea tan sencilla a la mayor empresa tecnológica del mundo? Pues un valiente, un atrevido, un aventurero como Norman Foster. De la colaboración entre el arquitecto y los directivos de Apple nació uno de los edificios más icónicos del momento: la sede central de la empresa en Silicon Valley, California. Pasado y futuro cogidos de la mano en un único y descomunal espacio. Desde luego, no hay forma mejor de definir la obra que Foster ha llevado a cabo en los últimos cincuenta años. El futuro, madre mía, ya está aquí.

Con motivo de la presentación de la Fundación Norman Foster en Madrid, el Espacio Fundación Telefónica ha organizado una muestra de lo que ha sido la trayectoria de uno de los arquitectos más conocidos del mundo desde el punto de vista social y sostenible. Doce proyectos recientes que dialogan con otros tantos anteriores con el objetivo de ofrecer una visión de lo que Foster ha entendido que es el mundo de hoy en día. Desde sus primeros dibujos hasta sus últimos proyectos, maquetas, dibujos, esbozos y sí, su prototipo para habitáculos en la Luna aprovechando la tecnología 3D. ¡Toma esa, Spielberg!

Pero, ¿y si no somos de los que nos pirra la arquitectura? ¿Qué hacemos viendo una exposición como esta? Nunca una pregunta tuvo una respuesta tan fácil: ¡aprender! Y pasárnoslo en grande, eso también. Comprender cómo algo tan sencillo como construir una cantina para una empresa naviera -la Fred Olsen de Londres- puede acabar cambiando todo el sistema productivo de un país. O como la revolucionaria cubierta del aeropuerto de Ciudad de México sirve también para recoger el agua de lluvia y captar energía solar. Eso es la arquitectura bien entendida, queridos houdinis.

La emblemática Torre de Collserola en Barcelona, el metro de Bilbao, ya símbolo de la ciudad junto al Guggenheim, o el proyecto para la ampliación del Museo del Prado, Foster está donde menos nos lo esperamos. ¡Y seguro que muchos no teníamos ni idea! En cosa de cincuenta años, que se dice pronto, ha ido desde lo más pequeño hasta lo más grande. Desde construir un pequeño refugio de montaña para pasar la tarde con sus amigos hasta idear una casa futurista sacada directamente de 2001, una odisea en el espacio. Y todo en menos de lo que dura un stories de instagram.

Imposible no emocionarse al observar la construcción de su Maggie’s Center en Manchester. Un espacio abierto, repleto de vegetación, para que enfermos de cáncer puedan salir del hospital y encontrar calma, bienestar y recuperarse de la ansiedad. Porque, sí, el futuro son los robots, las casas domóticas -una que se limpie sola, ¡por favor!- y la tecnología, pero también somos nosotros, las personas. Escuchar a Foster es una forma estupenda de entender cómo funciona el mundo. Y eso que pensábamos que solo íbamos a ver planos de edificios. ¡Ja!

Créditos: Espacio Fundación Telefónica

La exposición puede visitarse hasta el 4 de febrero de 2018 en el Espacio Fundación Telefónica (Fuencarral, 3, Madrid), como siempre, de forma gratuita. “Una mirada al futuro, sin dejar de mirar al pasado”, sentencia el propio Foster. Ay, si alguien nos lo hubiese dicho hace treinta años…

‘Y aquí pondremos un enorme anillo negro rodeado de árboles’. ¿Quién es capaz de venderle una idea tan sencilla a la mayor empresa tecnológica del mundo? Pues un valiente, un atrevido, un aventurero como Norman Foster. De la colaboración entre el arquitecto y los directivos de Apple nació uno de los edificios más icónicos del momento: la sede central de la empresa en Silicon Valley, California. Pasado y futuro cogidos de la mano en un único y descomunal espacio. Desde luego, no hay forma mejor de definir la obra que Foster ha llevado a cabo en los últimos cincuenta años. El futuro, madre mía, ya está aquí.

Con motivo de la presentación de la Fundación Norman Foster en Madrid, el Espacio Fundación Telefónica ha organizado una muestra de lo que ha sido la trayectoria de uno de los arquitectos más conocidos del mundo desde el punto de vista social y sostenible. Doce proyectos recientes que dialogan con otros tantos anteriores con el objetivo de ofrecer una visión de lo que Foster ha entendido que es el mundo de hoy en día. Desde sus primeros dibujos hasta sus últimos proyectos, maquetas, dibujos, esbozos y sí, su prototipo para habitáculos en la Luna aprovechando la tecnología 3D. ¡Toma esa, Spielberg!

Pero, ¿y si no somos de los que nos pirra la arquitectura? ¿Qué hacemos viendo una exposición como esta? Nunca una pregunta tuvo una respuesta tan fácil: ¡aprender! Y pasárnoslo en grande, eso también. Comprender cómo algo tan sencillo como construir una cantina para una empresa naviera -la Fred Olsen de Londres- puede acabar cambiando todo el sistema productivo de un país. O como la revolucionaria cubierta del aeropuerto de Ciudad de México sirve también para recoger el agua de lluvia y captar energía solar. Eso es la arquitectura bien entendida, queridos houdinis.

La emblemática Torre de Collserola en Barcelona, el metro de Bilbao, ya símbolo de la ciudad junto al Guggenheim, o el proyecto para la ampliación del Museo del Prado, Foster está donde menos nos lo esperamos. ¡Y seguro que muchos no teníamos ni idea! En cosa de cincuenta años, que se dice pronto, ha ido desde lo más pequeño hasta lo más grande. Desde construir un pequeño refugio de montaña para pasar la tarde con sus amigos hasta idear una casa futurista sacada directamente de 2001, una odisea en el espacio. Y todo en menos de lo que dura un stories de instagram.

Imposible no emocionarse al observar la construcción de su Maggie’s Center en Manchester. Un espacio abierto, repleto de vegetación, para que enfermos de cáncer puedan salir del hospital y encontrar calma, bienestar y recuperarse de la ansiedad. Porque, sí, el futuro son los robots, las casas domóticas -una que se limpie sola, ¡por favor!- y la tecnología, pero también somos nosotros, las personas. Escuchar a Foster es una forma estupenda de entender cómo funciona el mundo. Y eso que pensábamos que solo íbamos a ver planos de edificios. ¡Ja!

Créditos: Espacio Fundación Telefónica

La exposición puede visitarse hasta el 4 de febrero de 2018 en el Espacio Fundación Telefónica (Fuencarral, 3, Madrid), como siempre, de forma gratuita. “Una mirada al futuro, sin dejar de mirar al pasado”, sentencia el propio Foster. Ay, si alguien nos lo hubiese dicho hace treinta años…

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Bloguer con solera. Profesional de la palabra. Vedette del freelancismo. Inventor de la confusión. Me gano la vida escribiendo y gestionando mi imperio. Es duro, pero merece la pena.