¿Eres de los que veía Perdidos pensando a cuento de qué venía tanto drama con querer volver a casa, con la pintaza que tenían esas playas? ¿Te apetece hacerte un Comer, Vivir, Amar para resetear tu espíritu pero como no eres Julia Roberts solo te dejan faltar al trabajo unos días? No te preocupes, tengo la solución a todos tus problemas: Cerdeña.

Todos sabemos que hay dos tipos de viajes. Están los viajes terremoto que requieren planificación y que suele ser una cosa así: museo, vistas, monumento, caminito, comer, museo, vistas, monumento, caminito, cenar. Y llamadme loca, pero a mí, ese momento de llegar al hotel una milésima de segundo antes de desfallecer, me gusta, porque te sientes como si estuvieras exprimiendo la experiencia al máximo, aunque tus pies se pasen la noche entera planeando la mejor manera de deshacerse de ti y que parezca un accidente.

[redbox text=”¿Se puede photoshopear la vida real? Porque yo juraría que estas playas están photoshopeadas.” position=”right”]

Y luego están los otros viajes. Los relajados. Los de dejarse llevar. Los de ver lo que te vaya apeteciendo según te dé el aire, los de darte un paseíto, o tomarte un vino, o ligar con un morenazo o perderse por ahí porque mira, te lo pide el cuerpo. Y si algo nos enseñaron Los del Río es que hay que darle alegría a tu cuerpo. Oé. Así que si lo que te pide el organismo ahora mismo es hacerte una escapadita relajada, no busques más. Tengo el plan perfecto para ti.

Cerdeña: Reina I de Italia y V de mi corazón

Os voy a hacer una confesión personal que puede costarme muy fácilmente el título de Houdini: cuando fui a Cerdeña no me preparé nada. No sabía prácticamente a dónde iba. Sí, es una isla. Sí, parece todo muy cuqui. Sí, está por ahí entre España e Italia. Pero ya. Porque a mí Cerdeña me vino del cielo, en uno de esos viajes de trabajo mágicos que te caen una vez en la vida y consisten en muy poca faena seguida de unos días de relax. Y cuando llegué, no paraba de sonar en mi cabeza ¡¿pero esto qué es?! ¿Se puede photoshopear la vida real? Porque yo juraría que estas playas están photoshopeadas. ¿Cómo es posible que esto sea tan espectacular y no se le dé más bombo? ¡¿Por qué nadie me había dicho que teníamos este paraíso aquí al lado?!

cerdeña_2-min

¿Turistas? ¿Eso qué es?

Como buena Houdini, y como ya dejé patente en mi guía de supervivencia de Los Juegos del Turismo de Venecia, a mí, como a tantos otros, me gusta hacer turismo sin turistas. Que en principio podría parecer complicado, pero piénsalo, vivimos en un mundo en el que hay café sin cafeína, ¿por qué no vamos a poder ir de viaje sin aguantar a nuestros clones?

Pues bien, yo no sabría explicarte cómo hemos conseguido llevar a nuestra civilización hasta el punto de crear la leche sin lactosa, ni cómo es posible que un bombón de destino turístico como es Cerdeña haya manejado tan bien su afluencia de visitantes para conservar toda su personalidad y su aire de ensueño sin haber sido mancillada. ¿Cómo lo han conseguido? Ni idea. Solo sé que lo han conseguido. Y que tienen mi agradecimiento eterno por ello. Cerdeña y los de la leche sin lactosa, que también tiene su mérito.

Es obvio que visitar Cagliari, su capital, es comprar papeletas para que te toque la pedrea en la lotería del turisteo, pero en general sorprende que siendo como es, y estando en un lugar tan accesible para tantos países, todavía tenga la capacidad de hacernos creer que la estamos descubriendo nosotros cual Marco Polos de la vida.

portada

Playas, playas y de postre: playas.

No sé cual es el número exacto de playas maravillosas que tiene Cerdeña, aunque si tuviera que hacer una aproximación, diría que infinito. ¿Las vas a poder ver todas? A no ser que te quedes a vivir, no. Pero es que aquí hemos venido a gozar, no a estresarnos, así que fuera problemas. Selecciona algunas que te interese visitar.

Ten en cuenta que las del norte, capitaneadas por la Costa Esmeralda, son la más turísticas, con lo que están mejor comunicadas, pero si vas en temporada alta también habrá más gente (han controlado el turismo, pero tampoco les pidas milagros). Eso sí, serán perfectas si buscas un lugar con aire caribeño de arena fina y agua cristalina desde el que sacarte una de esas fotos que compartirás con tus amigos con el clásico “aquí, sufriendo”.

Anímate a visitar la Isla Asinara, donde hasta hace poco solo podían ir los capos de la mafia que acababan con sus huesos en su cárcel. Ahora, afortunadamente, no hace falta ser de la Cosa Nostra para meterse en el agua y ver como nadan los peces a tu alrededor o toparte con alguno de los monísimos burros albinos que la pueblan. O hazte un combo playa/museo en Caprera y aprovecha para ver la Casa Garibaldi, una de las experiencias más relajantes y bonitas que vas a tener yendo a un museo en tu vida.

Ante todo, no te estreses. No quiero decir que vista una playa vistas todas, pero… Todas tienen aguas cristalinas, vistas de locura y todas están tan cuidadas que te dará la impresión de ser el primero en poner pie en ellas. Asómate a la que más rabia te dé, la que te quede más cerca o la que te llame con mejores cantos de sirena. Sea cual sea, no te va a decepcionar.

La Pelosa beach summer scenery

Hasta que inventen la teletransportación…

Para moverte dentro de la isla principal, lo ideal es alquilarte un coche o una moto y trasladarte por tu cuenta. También hay transporte público, buses y trenes, pero su eficacia y alcance están diseñados para darte un ticket de ida al infierno si esperar el metro tres minutos en España ya te pone nervioso.

Eso sí, si te animas a conducir, ojo y paciencia en la carretera, porque la relación de los sardos con las normas de circulación, digamos que es un poquito complicada.

Para asomarte por las calas que queden fuera, por supuesto hay que tirar de ferry y barcos. Para las principales hay bastante variedad y frecuencia y para las más pequeñitas siempre puedes llegar a un acuerdo con algún servicio de barquitas del puerto de turno.

Aunque siempre puedes darle la vuelta a la ecuación y visitar la isla directamente en barco, llevarte tu propio coche o moto desde aquí y dejar que te traten como a un rey.

La Maddalena: el archipiélago secreto.

Cerdeña es como un huevo Kinder. Además de estar de muerte, tiene una sorpresa dentro. Y es que por si no fuera poco con la isla principal en sí, tiene además un Parque Nacional fascinante, un archipiélago de islas al norte llamado La Maddalena, a poco más de 20 minutos en ferry desde Palau, que te tendrá investigando precios para comprarte una casa y quedarte a vivir. Mientras haces hucha para poder trasladarte como residente habitual, te recomiendo hospedarte en el Hotel Residenza Mordini (Vía Principe Amedeo, 3), un sitio con mucho encanto retro desde el que todo te pillará a mano y cuyos simpáticos dueños te guiarán para lo que necesites.

Date un paseo por sus callecitas, ponte las botas con la comida tradicional italiana y lánzate a descubrir su infinidad de calas (es bastante probable que encuentres una solo para ti).

The stone beach

Relájate y disfruta de estar en el paraíso. Bueno, MEJOR que en el paraíso, porque encima aquí hay internet y pizza.

 

Todos sabemos que hay dos tipos de viajes. Están los viajes terremoto que requieren planificación y que suele ser una cosa así: museo, vistas, monumento, caminito, comer, museo, vistas, monumento, caminito, cenar. Y llamadme loca, pero a mí, ese momento de llegar al hotel una milésima de segundo antes de desfallecer, me gusta, porque te sientes como si estuvieras exprimiendo la experiencia al máximo, aunque tus pies se pasen la noche entera planeando la mejor manera de deshacerse de ti y que parezca un accidente.

[redbox text=”¿Se puede photoshopear la vida real? Porque yo juraría que estas playas están photoshopeadas.” position=”right”]

Y luego están los otros viajes. Los relajados. Los de dejarse llevar. Los de ver lo que te vaya apeteciendo según te dé el aire, los de darte un paseíto, o tomarte un vino, o ligar con un morenazo o perderse por ahí porque mira, te lo pide el cuerpo. Y si algo nos enseñaron Los del Río es que hay que darle alegría a tu cuerpo. Oé. Así que si lo que te pide el organismo ahora mismo es hacerte una escapadita relajada, no busques más. Tengo el plan perfecto para ti.

Cerdeña: Reina I de Italia y V de mi corazón

Os voy a hacer una confesión personal que puede costarme muy fácilmente el título de Houdini: cuando fui a Cerdeña no me preparé nada. No sabía prácticamente a dónde iba. Sí, es una isla. Sí, parece todo muy cuqui. Sí, está por ahí entre España e Italia. Pero ya. Porque a mí Cerdeña me vino del cielo, en uno de esos viajes de trabajo mágicos que te caen una vez en la vida y consisten en muy poca faena seguida de unos días de relax. Y cuando llegué, no paraba de sonar en mi cabeza ¡¿pero esto qué es?! ¿Se puede photoshopear la vida real? Porque yo juraría que estas playas están photoshopeadas. ¿Cómo es posible que esto sea tan espectacular y no se le dé más bombo? ¡¿Por qué nadie me había dicho que teníamos este paraíso aquí al lado?!

cerdeña_2-min

¿Turistas? ¿Eso qué es?

Como buena Houdini, y como ya dejé patente en mi guía de supervivencia de Los Juegos del Turismo de Venecia, a mí, como a tantos otros, me gusta hacer turismo sin turistas. Que en principio podría parecer complicado, pero piénsalo, vivimos en un mundo en el que hay café sin cafeína, ¿por qué no vamos a poder ir de viaje sin aguantar a nuestros clones?

Pues bien, yo no sabría explicarte cómo hemos conseguido llevar a nuestra civilización hasta el punto de crear la leche sin lactosa, ni cómo es posible que un bombón de destino turístico como es Cerdeña haya manejado tan bien su afluencia de visitantes para conservar toda su personalidad y su aire de ensueño sin haber sido mancillada. ¿Cómo lo han conseguido? Ni idea. Solo sé que lo han conseguido. Y que tienen mi agradecimiento eterno por ello. Cerdeña y los de la leche sin lactosa, que también tiene su mérito.

Es obvio que visitar Cagliari, su capital, es comprar papeletas para que te toque la pedrea en la lotería del turisteo, pero en general sorprende que siendo como es, y estando en un lugar tan accesible para tantos países, todavía tenga la capacidad de hacernos creer que la estamos descubriendo nosotros cual Marco Polos de la vida.

portada

Playas, playas y de postre: playas.

No sé cual es el número exacto de playas maravillosas que tiene Cerdeña, aunque si tuviera que hacer una aproximación, diría que infinito. ¿Las vas a poder ver todas? A no ser que te quedes a vivir, no. Pero es que aquí hemos venido a gozar, no a estresarnos, así que fuera problemas. Selecciona algunas que te interese visitar.

Ten en cuenta que las del norte, capitaneadas por la Costa Esmeralda, son la más turísticas, con lo que están mejor comunicadas, pero si vas en temporada alta también habrá más gente (han controlado el turismo, pero tampoco les pidas milagros). Eso sí, serán perfectas si buscas un lugar con aire caribeño de arena fina y agua cristalina desde el que sacarte una de esas fotos que compartirás con tus amigos con el clásico “aquí, sufriendo”.

Anímate a visitar la Isla Asinara, donde hasta hace poco solo podían ir los capos de la mafia que acababan con sus huesos en su cárcel. Ahora, afortunadamente, no hace falta ser de la Cosa Nostra para meterse en el agua y ver como nadan los peces a tu alrededor o toparte con alguno de los monísimos burros albinos que la pueblan. O hazte un combo playa/museo en Caprera y aprovecha para ver la Casa Garibaldi, una de las experiencias más relajantes y bonitas que vas a tener yendo a un museo en tu vida.

Ante todo, no te estreses. No quiero decir que vista una playa vistas todas, pero… Todas tienen aguas cristalinas, vistas de locura y todas están tan cuidadas que te dará la impresión de ser el primero en poner pie en ellas. Asómate a la que más rabia te dé, la que te quede más cerca o la que te llame con mejores cantos de sirena. Sea cual sea, no te va a decepcionar.

La Pelosa beach summer scenery

Hasta que inventen la teletransportación…

Para moverte dentro de la isla principal, lo ideal es alquilarte un coche o una moto y trasladarte por tu cuenta. También hay transporte público, buses y trenes, pero su eficacia y alcance están diseñados para darte un ticket de ida al infierno si esperar el metro tres minutos en España ya te pone nervioso.

Eso sí, si te animas a conducir, ojo y paciencia en la carretera, porque la relación de los sardos con las normas de circulación, digamos que es un poquito complicada.

Para asomarte por las calas que queden fuera, por supuesto hay que tirar de ferry y barcos. Para las principales hay bastante variedad y frecuencia y para las más pequeñitas siempre puedes llegar a un acuerdo con algún servicio de barquitas del puerto de turno.

Aunque siempre puedes darle la vuelta a la ecuación y visitar la isla directamente en barco, llevarte tu propio coche o moto desde aquí y dejar que te traten como a un rey.

La Maddalena: el archipiélago secreto.

Cerdeña es como un huevo Kinder. Además de estar de muerte, tiene una sorpresa dentro. Y es que por si no fuera poco con la isla principal en sí, tiene además un Parque Nacional fascinante, un archipiélago de islas al norte llamado La Maddalena, a poco más de 20 minutos en ferry desde Palau, que te tendrá investigando precios para comprarte una casa y quedarte a vivir. Mientras haces hucha para poder trasladarte como residente habitual, te recomiendo hospedarte en el Hotel Residenza Mordini (Vía Principe Amedeo, 3), un sitio con mucho encanto retro desde el que todo te pillará a mano y cuyos simpáticos dueños te guiarán para lo que necesites.

Date un paseo por sus callecitas, ponte las botas con la comida tradicional italiana y lánzate a descubrir su infinidad de calas (es bastante probable que encuentres una solo para ti).

The stone beach

Relájate y disfruta de estar en el paraíso. Bueno, MEJOR que en el paraíso, porque encima aquí hay internet y pizza.

 

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La revolución será cuqui o no será.