Aeropuertos que superan a Disneyland o una historia digna de ¡Sorpresa, Sorpresa! son solo algunos de los highlights que te esperan en tu próxima escala.

De toda la vida, las escalas de un vuelo han sido vistas con remilgo por los viajeros empedernidos. Paradas que suponen un aterrizaje y despegue más, andar mareado por un aeropuerto desconocido e incluso consumir un día (o dos) del viaje planeado. Por suerte, el paso del tiempo nos ha permitido convertir ciertos aspectos negativos en todo un acierto, salvo que muchos aún lo desconozcan. ¿Te gustaría conocer todo lo que puedes hacer durante una escala?

2×1 en ciudades

Si vas a comprar un vuelo, graba los siguientes términos en tu mente como si se tratarán de la dirección donde Nemo yacía en una pecera: layover y stopover. Dos palabras que sirven para definir la duración de una escala y, por ende, las muchas posibilidades que estas encierran. Layover se refiere a toda escala igual o inferior a 4 horas, mientras stopover es una escala superior a las 4 horas, siendo esta última la más jugosa.

¿Y por qué debería interesarme una escala de más de 4 horas en un aeropuerto? First, porque puede salirte más barato, y la segunda (y más importante): ¡puedes visitar una ciudad extra por el precio de dos! Muchas aerolíneas saben, entre ellas Turkish o Air Canada, que colar un destino de camino a otro puede hacer mucho bien a una cuenta de Instagram llena de comentarios del tipo: ¿Pero también has hecho un viaje a Nueva York? ¡Qué envidia! Tú darás like solamente, por supuesto. Estás muy ocupado conociendo otro país.

Porque, ¿qué tal si, a mitad de un vuelo Madrid – Jakarta podemos visitar Dubai y subirnos al Burj Khalifa? ¿Y tomar un mojito en South Beach entre Barcelona y Buenos Aires? Las posibilidades son (casi) infinitas; simplemente estate atento a las horas de diferencia entre un vuelo y otro cuando vayas a comprarlo y consulta si la ciudad de escala merece la pena como para comerte una cola de inmigración.

Como sugerencias te dejamos destinos ideales para conocer en un día: Fiji y cualquier hermana tropical, Reikiavik, San Diego, Bruselas o Praga (los protagonistas de la saga Antes del amanecer bien lo sabían).

Y ya que nos ponemos a hablar de amores casuales…

¡Acompáñame… !

Los aeropuertos son como autopistas de la vida. Terminales llenas de personas que esperan su número de puerta de embarque mientras terminan de leer el último best seller que venden en el Relay.

Puede ser un mochilero que utiliza su tabla de surf de almohada, un blogger de éxito o esa persona que te cambie para siempre tras tan solo unas pocas horas. Toda historia puede ser carne de una nueva edición de ‘Sorpresa, Sorpresa’ en un futuro.

Cualquier amor o amistad que surge en una terminal comienza con el aburrimiento seguido de un saludo. A veces en mitad del silencio de una sala, otras cuando preguntas por la contraseña del wifi. No importa el cómo, sino el resultado de buscar a esa otra alma desamparada que te de conversación.  

Y es que siempre, SIEMPRE, se puede conocer a gente en los aeropuertos. Yo he conocido desde pasteleras venezolanas hasta acróbatas polacas mientras imaginaba que mi butaca era una King Bed. Sino, siempre puedes tirar de apps para conocer gente en los aeropuertos (como Takeacoffe) o de las de ligue (¿algún local de buen ver deseando llevar a un viajero perdido de minitour por la ciudad?).

¿Y si no creo en las películas de Julia Roberts?

Sabemos que nunca pagarías por un golf resort, que hace mucho que no vas al cine y que los puntos negros siempre vuelven a salir. Los aeropuertos también son conscientes de ello, desplegando un sinfín de opciones de entretenimiento listas para los millenials más exigentes. Especialmente para los más introvertidos y comodones.

El aeropuerto de Dubái, al igual que la ciudad, es uno de los que más apuesta por el ocio en tierra: piscina climatizada, spa o tiendas donde comprar cuberterías de 30 mil euros. El Isabel Preysler de los aeropuertos.

En Praga son más bohemios y apuestan por las salas de cine mientras en Hong Kong por una pista de golf para clientes VIP. Y si te gusta el relax, en el de Singapur tienen hasta sillas de masaje.

Una vez te hayas cansado de tanta burbuja podrás tirar de quehaceres más clásicos: escribir un poema, planificar el resto del viaje o practicar una postura de yoga para combatir el jet lag.

Otros, en cambio, tenemos algunos entretenimientos más insanos. Mi favorito es partir en busca del único reducto del aeropuerto donde fumar ese cigarrillo con el que llevo soñando todo el vuelo.

Eso sí, siempre voy sin fuego.     

Tags : Escalas
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Alicantino de nacimiento, amante de cualquier lugar con mínimas de 25ºC. Mi debilidad es escribir en cafés secretos, tengo curry en las venas y una palmera tatuada (tiene su miga, aunque no lo parezca). Una vez gané un premio en Japón.