Me encantan estos monólogos que hacen gala de un humor inteligente en los que el actor es capaz de reírse de sí mismo y de sus paisanos sin perder un ápice de cariño por el lugar que le vio nacer. Las historias de boina de la gente de pueblo han llenado bibliografía, filmografía y la memoria colectiva nacional con parodias memorables de costumbrismo de postguerra que van desde “Bienvenido Mr. Marshall” de Berlanga hasta los innumerables éxitos de Pajares y Esteso a las órdenes del genial Mariano Ozores.

Pero no vengo a hablaros de Cine de Barrio. En esta ocasión, Rubén Faura nos sumerge hábilmente en las curiosidades de su Albacete natal, en comparación con otras ciudades de la geografía española, siempre buscando el contrapunto con Madrid, obviamente. Te partes de risa descubriendo las “palabrejas” habituales de la capital manchega y con la capacidad infinita de los albaceteños de poner motes, a cual más faltón. Lo que llevan peor es lo de poner nombres profesionales a asesinos o huracanes.

Imagen de la película "Bienvenido Mr. Marshall", de Luís García Berlanga
Imagen de la película "Bienvenido Mr. Marshall", de Luís García Berlanga

Después, va poco a poco realizando una labor introspectiva acerca de la educación. Ahí reconozco que Rubén Faura me conquistó, porque comparte mi idea de que estamos perdiendo el norte con la forma de educar a los niños. Me encantó la retahíla de anécdotas sobre la tiranía de esos pequeños emperadores malcriados que nos rodean, víctimas de la permisividad de sus padres, a los que si les recuerdas con reprobación cómo se piden las cosas, te contestan que por Amazon. Qué buenos tiempos aquellos, en el Albacete de los 90, cuando no te equivocabas dos veces porque de la primera te acordabas… Yo, que también viví la época de los tirones de orejas y el zapatillazo en el culo, le entiendo perfectamente.

Y de ahí pasamos al otro tema estrella: la mal entendida sinceridad, porque… Siendo sinceros: ¿quién ha oído algo bueno después de un: sinceramente…? Nadie. Lo bueno es que el chico es majo y ya te advierte de que si vas en pareja no estás obligado a contestar… Lo que nos lleva al último tema del monólogo, el amor (Oohh, ¡el amor!) ¡Cómo cambian las parejas con el paso de los años! Rubén ha descubierto, y comparte con mucha gracia, unos termómetros naturales que nada tienen que ver con el paso del tiempo, son muchos más concretos… y entretenidos. Al final todos sabemos que hay una serie de ciclos que toda pareja debe superar con éxito si quiere conseguir el amor definitivo, el de las películas (porque todo el mundo sabe que el amor de verdad, de verdad, es el de las películas). Así, entre montañas rusas de pasiones y disgustos, nos damos cuenta de lo diferentes que somos y a qué nivel está el umbral del dolor de cada uno. El de Rubén, para empatizar con la mayoría del público, supongo, está a la altura del betún

Lo mejor de este chico es que sabe hacernos reír con conceptos tan universales que es imposible no sentirse identificado en algún momento del show, que además sabe culminar de manera apoteósica con un gran juego de improvisación.

Un monólogo para viajar durante un buen rato de Madrid al cielo, pasando por Albacete y hasta el fin del mundo, para disfrutar con amigos o con tu pareja y reírte de todo y de todos sin complejos. Lo importante es no tomarse tan en serio, porque nadie más lo hace.

El show ha estado triunfando antes por toda España, desde Albacete (obviamente) a Alicante, Valladolid, Barcelona, Jaén, Granada, Segovia o Sevilla, y ahora está de residente en el Teatro de las Aguas de Madrid.

Albacete Comedy Club

Rubén Faura lleva sobornando a distintos jurados desde 2018, ya que ha conseguido varios premios como humorista, y dice que también lo intentó como futbolista (a lo Julio Iglesias) pero al no poder cumplir su sueño de debutar en el Real Madrid, le consuela haber podido actuar como cómico con el Bernabeu a sus espaldas. También es fundador del Albacete Comedy Club, y si algo tengo claro después de verle actuar, es que Rubén Faura está dispuesto a cambiar por fin el refrán que nos viene a todos a la mente en cuanto se pronuncia: Albacete.

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Siempre creo que me he dejado la llave del gas abierta.