Descubre Catalunya en alta velocidad

El ritmo, lo eliges tú.

El sabor de los calçots, la majestuosidad de un anfiteatro, las fiestas que acarician la identidad (y el alma), los paisajes que te abrazan, la brisa entre los viñedos o la memoria de Gaudí o Dalí. Catalunya supone un universo donde las experiencias dibujan tantos momentos como formas de conectar entre ellos. Especialmente, cuando hablamos de su flamante Red de Tren de Alta Velocidad (AVE), la cual nos permite descubrir tantos encantos para todos los gustos y presupuestos. 

Porque la alta velocidad te lleva antes, pero el ritmo, lo eliges tú.

Lleida: entre castillos y caracoles

La puerta de entrada a Catalunya evoca secretos que hablan de iconos como el conjunto de la Seu Vella, candidato a Patrimonio de la Humanidad por la Unesco; o un casco histórico cuya historia se lee con los pies mientras la mirada recorre la silueta del Castell dels Templers de Gardeny. Todo ello, sin olvidarnos de los tesoros románticos como las Terres de Lleida o una naturaleza que eclosiona en forma de cielos estrellados, como la sierra del Montsec, considerada Reserva Starlight. Eso sí, no te vayas sin visitar los Pirineos de Cataluña, donde todos los caminos finalizan en la gloriosa Val d’Aran; o la zona de la Vall de Boí, su Parque Nacional de Aigüestortes y Estany de Sant Maurici, el balneario de Caldes de Boí; y la Ruta del Románico, conjunto de iglesias declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Barcelona: la ciudad es el principio

La ciudad de Barcelona siempre cuenta con un nuevo plan a la hora de llevarnos entre las calles legendarios del Barri Gòtic, contar los colores del Parc Güell, admirar un skyline que gira en torno a la Sagrada Familia o relamerse en los mejores restaurantes. El mejor punto de partida antes de sumergirse en la naturaleza de la provincia a través de paisajes como Montserrat, icono de la espiritualidad catalana entre pinos que susurran secretos de otro tiempo; o rutas en bicicleta que finalizan entre las bodegas del Penedès, una nueva forma de disfrutar de la costa de Barcelona.

Girona: no hay barreras entre arquitectura y naturaleza

Un arco lleno de hiedra en el pueblecito de Pals, casas de pescadores que dibujan una nueva paleta junto al mar en Cala S’Alguer, o el encanto marinero de Calella de Palafrugell. El surrealismo de Salvador Dalí en la Costa Brava a través de Portlligat, el pueblo mediterráneo que inspiró algunas de sus obras; o su Teatro-Museo en Figueres. En Girona, la arquitectura, el arte y la historia abrazan la naturaleza de tantas formas que podríamos quedarnos una semana (o una vida) a descubrir sus secretos desde el primer momento en que llegamos a su capital. Una ciudad histórica dividida por un río emblemático y un crisol cultural que enamoró al mismísimo equipo de Juego de tronos.

Tarragona: la otra historia de la arena

En Tarragona, la arena cuenta diversas historias: en la Costa Daurada, habla de veranos nostálgicos junto al mar, de la villa marinera de Cambrils al Castillo de Miravet, pasando por Reus, lugar de nacimiento de Antoni Gaudí. Relatos de arena que también conectan con la ciudad de Tarragona, donde el esplendor de tiempos pasados se respira  en un anfiteatro icónico pero también otras serendipias viajeras como su acueducto, coquetas plazas y nuevas formas de mirar al Mediterráneo. Solo entonces, la alta velocidad nos conduce al sur, a una Reserva Natural de la Biosfera llamada Terres de l’ Ebre, donde la memoria se despliega entre arrozales, ríos y nuevas historias.

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