¿Cuándo repetimos la escapada a la Rioja? Esta pregunta nos persigue desde hace un par de años al grupo de amigos con el que solemos viajar, entre otras cosas, porque en pocos sitios lo hemos pasado tan bien como en la mítica calle Laurel. Y si algo queremos este verano es pasarlo bien. Así que, tras mucho cuadrar agendas, confinamientos e imprevistos familiares de todos, lo hemos conseguido. ¡Nos vamos a Logroño!

Calle Laurel
Calle Laurel

Logroño es la ciudad perfecta para este tipo de planes. Abierta y hospitalaria, moderna y tradicional a la vez, con sus edificios históricos y su inigualable tradición vinícola. Aquí nos plantamos cuatro parejas con sus respectivos hijos, que encontramos la manera de disfrutar paseando, haciendo algo de ruta cultural, comiendo y bebiendo mientras los niños hacen su plan y pueden seguir el ritmo de los adultos a su rollo, llevando sus juegos a las calles, plazas y parques de un lugar en el que enseguida te sientes como en casa.

Parque Ebro R. Lafuente

Lo bueno es que Logroño y sus alrededores están bendecidos con una naturaleza, un clima y un tamaño perfecto para pasear por sus espacios naturales, cruzar sus puentes centenarios, caminar o recorrerla en bicicleta en cualquier época. Nosotros somos más de disfrutarla a nuestro aire o con algún cicerón local, pero hay un montón de propuestas guiadas para los que quieran conocer más de cerca esta tierra llena de historia, cultura y paisajes que son para nota.

Casa de las Ciencias
Casa de las Ciencias

Cuando vamos a Logroño, y más con niños, apostamos por la gastronomía de siempre, pero hay que reconocer que también hay cosas más sofisticadas para los sibaritas que vayan buscando estrellas Michelín. Lo que encuentras en cualquier caso, es producto de calidad, siempre regado por la inigualable cultura riojana, que invita a alargar la sobremesa con un buen vino. Seguramente es esa cultura la que ha favorecido ser cruce de caminos y acoger a gente de todo tipo, pues Logroño es allí donde se encuentran el Camino de Santiago francés, el del Ebro y el Ignaciano. Como dice el dicho, “con pan y vino se anda el camino”.

Puente de piedra
Puente de piedra

Está claro que Logroño es todo lo que le pides a una escapada y mucho más, pero ¿por qué habiendo tantos destinos pendientes, siempre acabamos aquí? Podríamos disimular, pero la verdad es que creo que tienen bastante que ver las cuatro hectáreas de viñedo junto al Ebro, salpicadas de bodegas centenarias, los calados y lagares del centro y todas esas cosas que poco a poco te contagian esa “cultura del vino” que ya sientes como propia. Y es que la historia vitivinícola de Logroño se puede sentir en cada rincón de la ciudad, como el Espacio Lagares y el Calado de San Gregorio, del siglo XVII, que ahora acogen la exposición permanente ‘El Camino del Vino’, que muestra la historia del vino de la calle Ruavieja hasta el Cubo del Revellín, emblema de la resistencia al asedio francés de 1521 que marca el espíritu del pueblo logroñés.

¿Necesitas algo más o puedo irme a hacer las maletas? Sea cual sea tu estilo de vacaciones, este plan es garantía de diversión y por eso no nos cansamos de repetirlo. 

No sé tú, pero yo, este verano, me voy a Logroño.

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No te tomes tan en serio, nadie más lo hace.