FAN

Hay dos cosas capaces de provocar sudores fríos y taquicardias a cualquier español medio: la llegada del recibo de la luz y la ausencia de fiestas a una semana vista. Por eso, cuando no es época de tirarse tomates en Buñol o de iniciar congas al son de ‘Paquito el chocolatero’, no tenemos ningún tipo de pudor en lanzarnos polvos de colores para celebrar el Holi indio, vestirnos de bávaros para disfrutar del Oktoberfest o festejar el Día de Acción de Gracias plantando un pavo sobre la mesa. Por esa misma razón, ¿cómo vamos a dejar pasar la oportunidad de hincharnos a cerveza con los colegas por San Patricio? ¡Lo que sea por una buena jarana!

Otra razón de peso para celebrar este día es que la lista de propiedades de la cerveza, la estrella indiscutible de esta fiesta, es más larga que la de amantes de Julio Iglesias. Está riquísima, es refrescante y tiene el súper poder de convertir a cualquier gañán en alguien ingenioso y atractivo. ¿Te parece poco? Pues hay mucho más. Según diversos estudios, previene enfermedades cardiovasculares, hace que tengamos una mayor densidad ósea y reduce el riesgo de desarrollar cálculos renales. Vamos, que lo llega a saber Indiana Jones y cambia el Santo Grial por una caña.

Hacer tuyo el Día de San Patricio no solo es una buena manera de pasártelo en grande, también es una forma de hacer que los irlandeses que viven aquí se sientan como en casa. Añade música con acordeones y violines a tu lista de Spotify, vístete de verde, llena tu nevera con birras y abre las puertas de tu hogar a todos los O’algo del vecindario. Con este gesto, les demostrarás que somos gente acogedora y, de paso, tendrás la oportunidad de practicar un poco de inglés, que lo tienes más oxidado que los restos del Titanic.

En el supuesto de que tu mini piso de 1.500 euros solo tenga capacidad para un ser humano, ¡llévatelos al pub! Allí podréis beber, comer algo, volver a beber otra vez, bailar con música en directo, beber un poco más y, lo mejor de todo: no tendrás que sufrir por si te dejan la casa hecha una pocilga.   

Lo admito: convencida de que solo un milagro cambiaría mi suerte, le puse velas a San Valentín, a quien pedí una vida de lujos y desenfreno; pero, un mes después, aún vivo en una casa sin piscina ni jacuzzi y mi despertador sigue sonando a la misma hora de siempre. Pero yo no me rindo y, por si las moscas, ya le he hecho un altarcito a San Patricio, a ver si él se lo curra.

¿Necesitas más razones para celebrar esta fiesta? Te diré, por ejemplo, que es una buena excusa para acercarte a Irlanda, país de verdes paisajes, impresionantes castillos y pelirrojos célebres. ¿Y qué me dices de dejar de vestir como un emo y poner algo de color a esta época del año? Y es que la tradición manda que el verde sea el protagonista de este día. Vamos, anímate a celebrar San Patricio, que ya falta poco para que empiece la primavera y un poco de alegría siempre es bienvenida.

TROLL

Lo admito: no tengo nada personal contra el barbudo patrón de Irlanda (¡Dios me libre de meterme con alguien que ahuyentó a todas las serpientes de la isla en el lejano siglo V!), pero soy cero fan de San Patricio. Desde mi militante agnosticismo, puestos a celebrar santos prefiero a Fermín y su larga fiesta pamplonica, a José y su quema fallera, a Juan y su celebración verbenera o a Sebastián y su Festival de Cine. Y tengo mis argumentos contra esta fiesta que lo tiñe todo de verde trébol.

Por ejemplo, el exceso de bebedores de cerveza por centímetro cuadrado que infestan ese día las barras de los pubs irlandeses al grito de “¡unapintaaaaaa!”. Donde esté la caña rubia y fresquita del Bar Pepe de la esquina que se quite la espumosa negra y las tabernas O’Hara, O’Connell u O’Loquesea. Además… ¡como si a nosotros, que llevamos el quinto y la mediana en el ADN, nos hiciera falta una excusa para reunirnos y beber (con moderación, eso sí)!

En cuanto a la música tradicional irlandesa, sí, tiene su qué. Pero ese qué se convierte en un ‘¿¡por qué, Señor, por qué!?’ cuando la banda irish de rigor lleva atormentándote con sus violines revientatímpanos y sus flautas trepanasesos más de… ¿diez minutos? Puestos a escoger música de esa isla, me quedo con U2 (se siente: ya no quedan entradas para su concierto en Madrid), Van Morrison (que se pasará por el Azkena Rock Festival), Damien Rice, The Corrs o, si me quiero echar una siesta Bella Durmiente DeLuxe Edition, con Enya.

Ya sé, por supuesto, que celebrar San Patricio es, en el fondo, un homenaje a Irlanda. Y no seré yo quien niegue que es un país que siempre vale la pena visitar, que sus paisajes verdes son más asombrosos que ver a un tronista con un libro (abierto) en las manos, que su gastronomía es tan deliciosa como desconocida para nosotros. Pero tiene un pero del tamaño de Arkansas: su clima fresquito y lluvioso. Por eso prefiero volar a destinos más soleados donde, más o menos por estas fechas, también saben celebrar sus fiestorros; ¿qué tal un garbeo por la ciudad tailandesa de Chiang Mai para disfrutar de su Festival del Agua? ¿O una ruta por Japón para celebrar el Hana-matsuri, el festival de las flores en honor al nacimiento de Buda? ¿O incluso un paseo por las calles de Barcelona, rosa y libro en ristre, en el cada vez más cercano St. Jordi?

Mi último argumento es histórico (y os puede hacer ganar el quesito amarillo del Trivial). Año 1601: la armada española fue a ayudar a los irlandeses en la batalla de Kinsale. Año 2017: el jurado de Irlanda en el Festival de Eurovisión no le dio NI UN MISERABLE PUNTO a Manel Navarro. ¡Desagradecidos! ¿Y encima tenemos que salir a celebrar su patrón? ¡Pues que sepan que el único Patricio al que rindo pleitesía es al amigo de Bob Esponja!

FAN

Hay dos cosas capaces de provocar sudores fríos y taquicardias a cualquier español medio: la llegada del recibo de la luz y la ausencia de fiestas a una semana vista. Por eso, cuando no es época de tirarse tomates en Buñol o de iniciar congas al son de ‘Paquito el chocolatero’, no tenemos ningún tipo de pudor en lanzarnos polvos de colores para celebrar el Holi indio, vestirnos de bávaros para disfrutar del Oktoberfest o festejar el Día de Acción de Gracias plantando un pavo sobre la mesa. Por esa misma razón, ¿cómo vamos a dejar pasar la oportunidad de hincharnos a cerveza con los colegas por San Patricio? ¡Lo que sea por una buena jarana!

Otra razón de peso para celebrar este día es que la lista de propiedades de la cerveza, la estrella indiscutible de esta fiesta, es más larga que la de amantes de Julio Iglesias. Está riquísima, es refrescante y tiene el súper poder de convertir a cualquier gañán en alguien ingenioso y atractivo. ¿Te parece poco? Pues hay mucho más. Según diversos estudios, previene enfermedades cardiovasculares, hace que tengamos una mayor densidad ósea y reduce el riesgo de desarrollar cálculos renales. Vamos, que lo llega a saber Indiana Jones y cambia el Santo Grial por una caña.

Hacer tuyo el Día de San Patricio no solo es una buena manera de pasártelo en grande, también es una forma de hacer que los irlandeses que viven aquí se sientan como en casa. Añade música con acordeones y violines a tu lista de Spotify, vístete de verde, llena tu nevera con birras y abre las puertas de tu hogar a todos los O’algo del vecindario. Con este gesto, les demostrarás que somos gente acogedora y, de paso, tendrás la oportunidad de practicar un poco de inglés, que lo tienes más oxidado que los restos del Titanic.

En el supuesto de que tu mini piso de 1.500 euros solo tenga capacidad para un ser humano, ¡llévatelos al pub! Allí podréis beber, comer algo, volver a beber otra vez, bailar con música en directo, beber un poco más y, lo mejor de todo: no tendrás que sufrir por si te dejan la casa hecha una pocilga.   

Lo admito: convencida de que solo un milagro cambiaría mi suerte, le puse velas a San Valentín, a quien pedí una vida de lujos y desenfreno; pero, un mes después, aún vivo en una casa sin piscina ni jacuzzi y mi despertador sigue sonando a la misma hora de siempre. Pero yo no me rindo y, por si las moscas, ya le he hecho un altarcito a San Patricio, a ver si él se lo curra.

¿Necesitas más razones para celebrar esta fiesta? Te diré, por ejemplo, que es una buena excusa para acercarte a Irlanda, país de verdes paisajes, impresionantes castillos y pelirrojos célebres. ¿Y qué me dices de dejar de vestir como un emo y poner algo de color a esta época del año? Y es que la tradición manda que el verde sea el protagonista de este día. Vamos, anímate a celebrar San Patricio, que ya falta poco para que empiece la primavera y un poco de alegría siempre es bienvenida.

TROLL

Lo admito: no tengo nada personal contra el barbudo patrón de Irlanda (¡Dios me libre de meterme con alguien que ahuyentó a todas las serpientes de la isla en el lejano siglo V!), pero soy cero fan de San Patricio. Desde mi militante agnosticismo, puestos a celebrar santos prefiero a Fermín y su larga fiesta pamplonica, a José y su quema fallera, a Juan y su celebración verbenera o a Sebastián y su Festival de Cine. Y tengo mis argumentos contra esta fiesta que lo tiñe todo de verde trébol.

Por ejemplo, el exceso de bebedores de cerveza por centímetro cuadrado que infestan ese día las barras de los pubs irlandeses al grito de “¡unapintaaaaaa!”. Donde esté la caña rubia y fresquita del Bar Pepe de la esquina que se quite la espumosa negra y las tabernas O’Hara, O’Connell u O’Loquesea. Además… ¡como si a nosotros, que llevamos el quinto y la mediana en el ADN, nos hiciera falta una excusa para reunirnos y beber (con moderación, eso sí)!

En cuanto a la música tradicional irlandesa, sí, tiene su qué. Pero ese qué se convierte en un ‘¿¡por qué, Señor, por qué!?’ cuando la banda irish de rigor lleva atormentándote con sus violines revientatímpanos y sus flautas trepanasesos más de… ¿diez minutos? Puestos a escoger música de esa isla, me quedo con U2 (se siente: ya no quedan entradas para su concierto en Madrid), Van Morrison (que se pasará por el Azkena Rock Festival), Damien Rice, The Corrs o, si me quiero echar una siesta Bella Durmiente DeLuxe Edition, con Enya.

Ya sé, por supuesto, que celebrar San Patricio es, en el fondo, un homenaje a Irlanda. Y no seré yo quien niegue que es un país que siempre vale la pena visitar, que sus paisajes verdes son más asombrosos que ver a un tronista con un libro (abierto) en las manos, que su gastronomía es tan deliciosa como desconocida para nosotros. Pero tiene un pero del tamaño de Arkansas: su clima fresquito y lluvioso. Por eso prefiero volar a destinos más soleados donde, más o menos por estas fechas, también saben celebrar sus fiestorros; ¿qué tal un garbeo por la ciudad tailandesa de Chiang Mai para disfrutar de su Festival del Agua? ¿O una ruta por Japón para celebrar el Hana-matsuri, el festival de las flores en honor al nacimiento de Buda? ¿O incluso un paseo por las calles de Barcelona, rosa y libro en ristre, en el cada vez más cercano St. Jordi?

Mi último argumento es histórico (y os puede hacer ganar el quesito amarillo del Trivial). Año 1601: la armada española fue a ayudar a los irlandeses en la batalla de Kinsale. Año 2017: el jurado de Irlanda en el Festival de Eurovisión no le dio NI UN MISERABLE PUNTO a Manel Navarro. ¡Desagradecidos! ¿Y encima tenemos que salir a celebrar su patrón? ¡Pues que sepan que el único Patricio al que rindo pleitesía es al amigo de Bob Esponja!

mm
Atrápalo es una agencia de viajes con alma de incubadora de diversión. Nuestra consigna es el movimiento, por eso corremos detrás de los mejores viajes, planes y experiencias para que tú los disfrutes. Nuestra misión es atrapar todo lo que te interesa, porque nos gusta verte disfrutar.