“Y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa:
Asia a un lado, al otro Europa.
Y allá, a su frente, Estambul.”
Si todo lo que sabes de este trozo de cielo en la tierra es la Canción del Pirata, ya es hora de que te hable de tu nuevo lugar favorito. Hoy vengo a hablarte de un destino rico en arte, cultura, moda, gastronomía y paisajes que mola todo lo que se puede molar. Sígueme por este circuito por el paraíso y dentro de tres minutos no querrás ir a ninguna otra parte.
Un poquito de historia
Estambul es una ciudad moderna y contemporánea que marida a la perfección las últimas tendencias con el culto a las tradiciones. El casco antiguo te recuerda que esta histórica península fue el centro social y político de los imperios romano, bizantino y otomano. Sus mil detalles arquitectónicos revelan a cada paso una parte de la historia, allí donde se encuentran oriente y occidente, y los palacios y museos arqueológicos destilan esa mezcla única de culturas mediterránea e islámica y esa irresistible grandeur y charme que solo poseen las ciudades con solera.

Deleite del paladar
Dicen que la cocina turca es como una cebolla, porque tiene mil capas. Y como un ajo, porque es potente y sorprendente. Pero ya te digo yo que está mucho más buena que eso. Es la magia de lo inesperado y la perfecta combinación de sabores en una explosión creativa que va mucho más allá de los kebabs.
Lo primero que debes saber es que el desayuno es la comida más importante del día, y en él se reúnen en una alegre sinfonía el mejor té negro con pan de pita acompañado de queso, aceitunas, mantequilla, miel, huevos, tomates o pepinos. A partir de ahí puedes viajar a lo largo del día con tus papilas gustativas y recorrer todos los matices de sabores, colores y olores imaginables en un camino directo a la felicidad.

¿Quién dijo shopping?
Lo siento, he intentado esquivar esta parte pero es imposible pensar en Estambul y no imaginarse perdido en el Gran Bazar. Este histórico mercado fundado en el siglo XV tiene 65 calles en las que perderse (o encontrarse) y más de 4.000 tiendas desde souvenirs, joyas, cerámicas, pieles, sedas y alfombras hasta los últimos wearables, pasando por deliciosas frutas y dulces, tés, frutos secos o infusiones que configuran una experiencia única de olores, colores y sabores.
Pero no solo hay bazares históricos. Estambul se ha convertido en una ciudad cosmopolita con más centros comerciales que toda Europa junta (y no es una expresión), además de su centro con grandes avenidas como İstiklal Street, donde puedes pasear por tiendas de diseñadores locales, grandes marcas de lujo (he dicho pasear, no comprar), y recrear todos los sentidos en galerías de arte, restaurantes y pubs.
Personalmente, me quedo con la opción de ir a cazar tesoros al barrio de Çukurcuma, un paraíso para los amantes de las reliquias, lo vintage y las antigüedades como yo.

Las Islas Príncipe
A un Ferry de distancia están las conocidas Islas Príncipe, destino vacacional favorito de la aristocracia otomana y hoy en día lugar de veraneo ideal para escapar del ruido de la ciudad. En las islas no está permitida la circulación de coches, por lo que el plan ideal es pasear, a pie o en bicicleta, para deleitarse con las mansiones de la crème de la crème y sus jardines llenos de mimosas y buganvillas.

Turkaegean, la costa de la felicidad
La costa turca del Egeo ofrece paisajes naturales que se han ganado el título de Patrimonio de la Humanidad. En cuanto pisas el Turkaegean, te sorprende el color turquesa de sus aguas, las playas cristalinas, los pinares y olivares de esta región del Egeo, que nada tienen que envidiar a los encantos mediterráneos. Del mismo modo te conquistan sus pequeños pueblos pesqueros, sus maravillosos hoteles, la paz de los viñedos, la deliciosa comida… recomiendo encarecidamente que te prepares psicológicamente para la vuelta, porque es fácil acostumbrare a la sensación de estar en el paraíso, y luego todo son dramas.

Istanbul es cool, Capadocia, un must.
La Capadocia (Tierra de bellos caballos) es una región histórica y una formación geológica única en el mundo, también catalogada como Patrimonio de la Humanidad (ya veis que la Unesco tuvo trabajo en esta zona), que abarca varias provincias. La toba calcárea ofrece un paisaje lunar lleno de cavernas, en el que puedes encontrar auténticas ciudades subterráneas y visitar hasta ocho niveles de subsuelo en las que los cristianos bizantinos se protegieron durante siglos de las continuas invasiones.

Y así, sobrevolando el paisaje en globo, me despido con nostalgia de mi viaje al jardín del Edén. Allí donde se encuentran la Luna y el Sol; en una explosión de colores que tiñen el cielo de una tierra de magos y alquimistas llamada Istanbul. ¿Se puede ser más cool?