Ir al gimnasio, hacer un máster o sacarte el título de piloto, ir al teatro, a exposiciones y a museos, reconectar con la naturaleza Hay un sinfín de ideas y listas de propósitos para año nuevo que se repiten cada 31 de diciembre. Da igual que haya una pandemia mundial, un volcán en erupción o se acabe el mundo. Cada uno de nosotros, desde nuestra insignificancia, tenemos nuestros propósitos para intentar que el año que viene sea un poquito mejor, sin dejarlo todo en manos de que nos toque la lotería.

Ir al gimnasio

Clásico entre los clásicos. Apuntarse al gimnasio, o hacer deporte en general, es el remedio inmediato a los excesos navideños. Te compras toda la equipación, pagas la matrícula de un año para que no haya vuelta atrás y te lanzas a los steps, las pesas, el cardio, el spinning o la natación. Sabemos que la intención está ahí pero solo los más fuertes sobreviven a medida que avanzan los días, y vamos viendo como las clases abarrotadas a las 7 am. y la energía renovada de inicio de año van remitiendo lentamente… Pero no desesperes, si temes ser de los que tiran la toalla pasados unos meses, en primavera tienes otra oportunidad de reencontrarte con la motivación gracias a la operación biquini. Está todo pensado. Nos crean necesidades en ciclos asumibles de 3 meses con el único fin de llegar a agosto y poder abandonarnos al dolce far niente sin remordimientos.

Retomar el contacto con la naturaleza

Para mí uno de los mejores propósitos y que nunca deberíamos dejar de cumplir. Salir al campo, a correr o en bicicleta, hacer senderismo y respirar aire puro, ir a la nieve, salir a navegar, visitar una granja y tocar animales, coger setas, margaritas o amapolas… La naturaleza es sanadora y conectar con ella de forma consciente es la mejor terapia para relajar la mente, además de desentumecer los músculos. Si vives en la ciudad puede que no seas consciente pero notarás que salir al mar o a la montaña los fines de semana pueden ser una gran solución para mitigar los estragos del ritmo, la contaminación y el estrés de la rutina diaria.

Ir al teatro y a museos con los niños

Puede que esta no sea un propósito tan evidente como el de salvar a las ballenas o a los pingüinos del Ártico, pero me gusta. Los niños han estado muy encerrados últimamente y es bueno reconectarlos con la vida exterior y alimentar su imaginación. Las visitas a museos o exposiciones son una forma genial de salir de casa, despertar su interés por la cultura y hacer una actividad en familia que no suponga ir al parque (¿os he dicho ya que odio los parques?).

Hacer un Máster

Quien dice Máster dice sacarse el título de piloto, aprender un idioma o hacer un curso de cocina o de fotografía. El caso es aprender algo nuevo que te haga sentir que la evolución corre por tus venas y no solo porque perdemos pelo con el paso del tiempo. La formación, como el saber, no ocupa lugar, y sin duda es uno de los mejores propósitos que puedes plantearte para el año que llega. No sabemos lo que nos depara el futuro pero sí podemos estar más preparados para recibirlo.

Dicho esto, llevamos un par de años bastante entretenidos y todos nos merecemos una tregua. Así que si tanto propósito te estresa, tómatelos como ideas para cuando necesites inspiración, pero sin presión. No hacer propósitos también cuenta como propósito. Y, visto lo visto, tampoco suena descabellado fluir y dejarse llevar por el curso de los acontecimientos.

Así que disfruta de lo que queda de año, acoge el que viene con ilusión y haz lo que esté en tu mano para disfrutarlo al máximo, con propósitos o sin ellos.

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No te tomes tan en serio, nadie más lo hace.