1. En algún lugar de India

Este artículo fue inspirado por un relato de Las mil y una noches en el que un misterioso príncipe ofrecía a una doncella un palacio de 100 puertas de las que solo una estaba prohibida. Y pensando en él, no se me ocurre nada mejor que viajar a esa India mística de mosaicos, vacas sagradas y elefantes estampados. El mejor ejemplo es esta entrada de un templo en Bhuj, en el estado de Gujarat.

2. Notre Dame (París)

El pasado 15 de abril, la cultura europea se envolvió en luto tras el incendio acontecido en la famosa catedral de Notre Dame, el lugar más visitado de París. Fundado en el siglo XIV tras casi 200 años de construcción, este icono gótico que una vez inspirase al escritor Victor Hugo y su famoso libro “Nuestra señora de París” invita a perderse por uno de los períodos más gloriosos de un antiguo medievo que aún llora en silencio.

3. Heaven’s Gate (Bali)

Reclamo de un país de Bali consolidado como una de las grandes mecas instagrammers del mundo, esta “puerta del cielo” es mucho más que un simple motivo para posturear. Una entrada al mítico monte Agung desde el Pura Lempuyang, uno de los 9 templos principales de la isla ubicado no lejos de la bulliciosa Ubud. Sin duda, el nexo más evidente entre la Bali actual y los mil dioses que alimentan su mitología isleña.

4. Folegandros (Grecia)

Todos hemos soñado alguna vez con una puerta así. La misma de una casa blanca con mucha buganvilla y una calidez mediterránea que invita a asomarse a un patio donde se sirve ouzo y mussaka. Donde la brisa del mar trae el susurro de viejos dioses, de Zeus y Afrodita, a un refugio en el que quedarse para siempre. Este, en concreto, pertenece a la isla de Folegandros, una de las menos masificadas de Grecia.

5. Porte de Non Retour (Senegal)

En el mundo existen muchas puertas, pero algunas de ellas nunca deberían volver a abrirse. Este es el caso de la “puerta sin retorno”, el último lugar que veían los esclavos africanos que eran obligados a abandonar Senegal a través de la isla de Gorée, siendo muchos de ellos empujados desde lo alto cuando su dentadura era imperfecta o la lepra consumía sus brazos.

Una puerta puede suponer la mejor metáfora a la hora de adentrarse en lugares y universos que encierran cientos de historias. Incluso la tuya propia.

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Alicantino de nacimiento, amante de cualquier lugar con mínimas de 25ºC. Mi debilidad es escribir en cafés secretos, tengo curry en las venas y una palmera tatuada (tiene su miga, aunque no lo parezca). Una vez gané un premio en Japón.