Permíteme que me ponga seria un minuto. El dato lo merece. Según las estadísticas la única manera en la que una mujer puede entrar en un museo es siendo guapa, o estando desnuda, o combinando ambas facetas con una suculenta fruta que sostiene lánguidamente. Siendo una obra y no una artista. Tan sólo el 5% de los creadores en las exposiciones de arte moderno son mujeres. En contra, el 83% de desnudos son femeninos. Injusto, ¿verdad? Pues el Museo Picasso Málaga se ha propuesto hacer algo al respecto.

Puede parecer un sueño pero, pese a las oníricas imágenes que nos rodean, tenemos claro que no lo es. No sólo resultan extraños el minotauro y su hija sentados a la mesa o la cabeza cortada bajo una campana de cristal. Lo realmente estimulante es que todas esas obras pertenezcan a mujeres. Que, por esta vez, sean ellas las que cuentan la historia y no sólo la inspiración.

Somos plenamente libres. Las mujeres artistas y el surrealismo es la nueva exposición temporal que, desde el 10 de octubre al 28 de enero del 2018, estará reivindicando el trabajo de 18 mujeres transgresoras, polémicas y rebeldes.

Créditos: Pequeña serenata nocturna (Dorothea Tanning) – Museo Picasso Málaga

Posiblemente, y por desgracia, al escuchar la palabra surrealismo te vengan dos cosas a la cabeza: la primera son relojes. Relojes que se derriten como una metáfora (algo flojita, vamos a admitirlo) del paso del tiempo y sus temibles consecuencias. La segunda es un ojo. El ojo de una mujer, cómo no, siendo cortado por una navaja. Sabes que en realidad es de una vaca, pero poco más. Eh, yo tampoco podía mirar en esa parte.

Sin embargo, cuando nos alejamos de Dalí y Buñuel descubrimos que el surrealismo va mucho más allá. No tiene límite. Si puedes imaginarlo puedes expresarlo, especialmente si callas a la dictadura de la razón. Un movimiento en el que cabe todo menos… bueno menos las mujeres, que tras años de ser relegadas a un segundo plano han llegado para mostrar que su subconsciente y percepción está plagado de imágenes inquietantes.

Y es que el surrealismo fue un movimiento clave para muchas mujeres artistas: pretendía ser un refugio en el que reflejar con veracidad su vida, pensamientos y cotidianidad sin miedo a ser honestas, pero se convirtió en una tortura cuando fueron silenciadas por sus supuestos colegas. ¡Y basta ya! Porque, aunque todas hemos comido uvas en pelotas y posado rollizas y desnudas con las amigas en la playa, eso no es lo habitual. Rubens se equivocaba. Tertulia de Ángeles Santos, pese a venir de 1929, se acerca mucho más a la realidad femenina millenial.

Créditos: Tanja Ramm dentro de una campana de cristal (Lee Miller) – Museo Picasso Málaga

Porque lo de llamarlo vanguardia no es un decir. Si no ves a una fiera Daenerys en la obra de Leonor Fini o la inspiración de una Furiosa primigenia en las representaciones más empoderantes es que no estás prestando atención. Porque, no, ‘Un perro andaluz’ no fue el primer corto surrealista sino ‘La concha y el reverendo’ de Germaine Dulac, directora que tuvo la mala suerte de pertenecer al género equivocado. Y ha llegado la hora de reivindicarlo.

Puede parecer un sueño pero, pese a las oníricas imágenes que nos rodean, tenemos claro que no lo es. No sólo resultan extraños el minotauro y su hija sentados a la mesa o la cabeza cortada bajo una campana de cristal. Lo realmente estimulante es que todas esas obras pertenezcan a mujeres. Que, por esta vez, sean ellas las que cuentan la historia y no sólo la inspiración.

Somos plenamente libres. Las mujeres artistas y el surrealismo es la nueva exposición temporal que, desde el 10 de octubre al 28 de enero del 2018, estará reivindicando el trabajo de 18 mujeres transgresoras, polémicas y rebeldes.

Créditos: Pequeña serenata nocturna (Dorothea Tanning) – Museo Picasso Málaga

Posiblemente, y por desgracia, al escuchar la palabra surrealismo te vengan dos cosas a la cabeza: la primera son relojes. Relojes que se derriten como una metáfora (algo flojita, vamos a admitirlo) del paso del tiempo y sus temibles consecuencias. La segunda es un ojo. El ojo de una mujer, cómo no, siendo cortado por una navaja. Sabes que en realidad es de una vaca, pero poco más. Eh, yo tampoco podía mirar en esa parte.

Sin embargo, cuando nos alejamos de Dalí y Buñuel descubrimos que el surrealismo va mucho más allá. No tiene límite. Si puedes imaginarlo puedes expresarlo, especialmente si callas a la dictadura de la razón. Un movimiento en el que cabe todo menos… bueno menos las mujeres, que tras años de ser relegadas a un segundo plano han llegado para mostrar que su subconsciente y percepción está plagado de imágenes inquietantes.

Y es que el surrealismo fue un movimiento clave para muchas mujeres artistas: pretendía ser un refugio en el que reflejar con veracidad su vida, pensamientos y cotidianidad sin miedo a ser honestas, pero se convirtió en una tortura cuando fueron silenciadas por sus supuestos colegas. ¡Y basta ya! Porque, aunque todas hemos comido uvas en pelotas y posado rollizas y desnudas con las amigas en la playa, eso no es lo habitual. Rubens se equivocaba. Tertulia de Ángeles Santos, pese a venir de 1929, se acerca mucho más a la realidad femenina millenial.

Créditos: Tanja Ramm dentro de una campana de cristal (Lee Miller) – Museo Picasso Málaga

Porque lo de llamarlo vanguardia no es un decir. Si no ves a una fiera Daenerys en la obra de Leonor Fini o la inspiración de una Furiosa primigenia en las representaciones más empoderantes es que no estás prestando atención. Porque, no, ‘Un perro andaluz’ no fue el primer corto surrealista sino ‘La concha y el reverendo’ de Germaine Dulac, directora que tuvo la mala suerte de pertenecer al género equivocado. Y ha llegado la hora de reivindicarlo.

mm
Soy el tipo de chica que va tarareando Grease en el supermercado.