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Noche ¿buena?

Little boy having fun decorating his near agony full of despair very overwhelmed by Holiday season dad as a Christmas tree.

Existen muchas formas de celebrar la Navidad. Pero por lo general, podríamos clasificarlas en dos bloques. Por una parte, estamos los que aporreamos la botella de Anís del Mono como si no hubiera un mañana, los que decoramos nuestra casa como la de Kevin McCallister. En resumen: somos felicidad pura, y dura. Por otra parte, estamos también los que nos asemejamos al viejo Scrooge. Nuestras manos se vuelven frías y sudorosas como las del Grinch si escuchamos de fondo el ¡RO-PO-POM-POM! de Raphael. Está muy bien la estampa con esas mesas llenas de manjares que se repetirán durante al menos tres días. Lo que no te cuentan es que en esas comidas-meriendas-cenas se mascará la tragedia cuando cambies al debate de La Sexta.

Damas y caballeros, duendecillos y panes de jengibre ¡que comiencen los dosmilésimo décimo séptimos Juegos del Hambre!

Seguramente, tu familia sea digna de estudio. Durante estas festividades, llenas de esperanza y regocijo, el chip funcional de tu madre y de tu padre cambia radicalmente. Si encima da la casualidad de que tus progenitores son los anfitriones de la cena de Nochebuena, asume ya que la cama de tu habitación será el ropero de la velada. Durante esa tarde, los preparativos irritan bastante a tu madre. Lo mismo canta un villancico mientras crea su obra magna culinaria, que te manda al supermercado a la siete de la tarde a por servilletas navideñas. Creo que es el único momento que del año en el que desconfío del amor de madre.

¿Es tarde para escapar?

El ambiente se va caldeando por momentos. Luego te tocará subir al desván a por la cubertería, encontrarás tu guardián Buzz Lightyear y lo bajarás a casa. ‘¡Otro trasto más. Somos pocos y parió la burra!’. Recalco que no se lo tienes que tener en cuenta a tu madre, aunque solo haya matado la (vuelta) de tu ilusión de niño de siete años. Mi madre sufre en dos días lo que Geno en OT 1.

En algunas ocasiones, te gustaría ser el pequeño Kevin de Solo en casa 2 y liarte la manta a la cabeza y pasar unas navidades “diferentes”. El mundo es lo bastante grande como para que no te ofrezca un opción con al menos una pequeña dosis de emociones. Si se te quedan cortas las quinielas o Danielle no vino a verte en la lotería de Navidad, Reino Unido podría ser tu paraíso. De locos como apuestan los británicos: al mejor anuncio de Navidad, a la mejor canción, y al mejor especial de Navidad. Aquí en 2013 uno hubiera hecho triplete con Raphael.

Por otro lado, Suecia entera se paraliza a las tres de la tarde para ver un especial de televisión del pato Donald. Una vez adquieras esta magnífica tradición, puedes comerte la del país nipón. Desde 1974, el mayor festín sale de la freidora del KFC y su campaña Kurisumasu ni wa kentakki! (¡Navidad en Kentucky!), que incluye cubo de fritos, pastel y champán por 40 dólares. Y si para el año que viene el amor ha llamado a tu puerta, te coge de paso Taiwán para celebrar tu boda. Allí, no se sabe muy bien por qué, las parejas jóvenes se dan regalos, tienen cenas románticas y pasan la noche en hotelitos con encanto. Imagínate: un San Valentín con villancicos.

La prueba de fuego

Has llegado a una edad que te cuesta mantener ese espíritu cascabelero. Se acabó el chollo de que te sentaran con tus primos pequeños. Ahora te toca conversar con tu tío segundo por parte de padre sobre el Fondo Monetario Internacional. Pruebas suerte con su mujer, pero lo más interesante que encontrarás en ella será su moño de tres alturas. De tus primos segundos ni hablamos. Están en esa de edad de pelusilla en el bigote bastante turbia.

Con suerte, el especial de Los Simpson o un peliculón tipo Willow podrá salvarte la noche. Pero tu familia se crece cuando a tu abuelo le da por contar el primer chiste verde. Cuando la cosa ya no puede ir a peor, los villancicos degeneran en tu madre bailando Camarera de mi Amor de Antonio Machín, mientras tu abuela discute con el perro robot de tu primo pequeño y tu tío se queda en paños menores cantando y viendo Telepasión. Que no decaiga.

¡Hola Bridget!

Con el paso de los años, te apetece menos tragar situaciones incómodas y conversaciones vacías. De cara al año que viene, el planning del inquilino del monte Crumpit podría ser tu nueva Nochebuena:

  • 16:00h. Dosis de autocompasión
  • 16:30h. Dejar la mente en blanco
  • 17:00h, Solucionar el hambre en el mundo. Y ganártelo.
  • 17:30h. Jazz y Aeróbic
  • 18:30h. Cenar contigo
  • 19:00h. Lidiar con tu autodesprecio
  • 21:00h. Meterte en la cama, quedarte alelado mirando el techo, y volverte loco.

Si te das cuenta, todos los personajazos navideños son auténticos huraños. ¿Quién no ha querido viajar en el tiempo como el viejo Ebenezer Scrooge? ¿Quién deseó que su familia desapareciera y orquestó la mítica operación ‘Ho Ho Ho’? Esta Nochebuena alternativa será como una previa a la Nochevieja y al Año Nuevo. Freirás unos nuggets, abrirás una botella de vino y pondrás la lista de reproducción de grandes éxitos de la música de los noventa, desde Lara Fabian a Céline Dion.

Ahora solo depende de ti que quieras volver a sentir LA LLAMADA de la Navidad. Tan solo recuerda como tu padre dejaba la ventana abierta para que entrara Papá Noel en diciembre. Eso era amor puro. Navidad sólo pasa una vez al año. Intégrate un poquito, anda.

Seguramente, tu familia sea digna de estudio. Durante estas festividades, llenas de esperanza y regocijo, el chip funcional de tu madre y de tu padre cambia radicalmente. Si encima da la casualidad de que tus progenitores son los anfitriones de la cena de Nochebuena, asume ya que la cama de tu habitación será el ropero de la velada. Durante esa tarde, los preparativos irritan bastante a tu madre. Lo mismo canta un villancico mientras crea su obra magna culinaria, que te manda al supermercado a la siete de la tarde a por servilletas navideñas. Creo que es el único momento que del año en el que desconfío del amor de madre.

¿Es tarde para escapar?

El ambiente se va caldeando por momentos. Luego te tocará subir al desván a por la cubertería, encontrarás tu guardián Buzz Lightyear y lo bajarás a casa. ‘¡Otro trasto más. Somos pocos y parió la burra!’. Recalco que no se lo tienes que tener en cuenta a tu madre, aunque solo haya matado la (vuelta) de tu ilusión de niño de siete años. Mi madre sufre en dos días lo que Geno en OT 1.

En algunas ocasiones, te gustaría ser el pequeño Kevin de Solo en casa 2 y liarte la manta a la cabeza y pasar unas navidades “diferentes”. El mundo es lo bastante grande como para que no te ofrezca un opción con al menos una pequeña dosis de emociones. Si se te quedan cortas las quinielas o Danielle no vino a verte en la lotería de Navidad, Reino Unido podría ser tu paraíso. De locos como apuestan los británicos: al mejor anuncio de Navidad, a la mejor canción, y al mejor especial de Navidad. Aquí en 2013 uno hubiera hecho triplete con Raphael.

Por otro lado, Suecia entera se paraliza a las tres de la tarde para ver un especial de televisión del pato Donald. Una vez adquieras esta magnífica tradición, puedes comerte la del país nipón. Desde 1974, el mayor festín sale de la freidora del KFC y su campaña Kurisumasu ni wa kentakki! (¡Navidad en Kentucky!), que incluye cubo de fritos, pastel y champán por 40 dólares. Y si para el año que viene el amor ha llamado a tu puerta, te coge de paso Taiwán para celebrar tu boda. Allí, no se sabe muy bien por qué, las parejas jóvenes se dan regalos, tienen cenas románticas y pasan la noche en hotelitos con encanto. Imagínate: un San Valentín con villancicos.

La prueba de fuego

Has llegado a una edad que te cuesta mantener ese espíritu cascabelero. Se acabó el chollo de que te sentaran con tus primos pequeños. Ahora te toca conversar con tu tío segundo por parte de padre sobre el Fondo Monetario Internacional. Pruebas suerte con su mujer, pero lo más interesante que encontrarás en ella será su moño de tres alturas. De tus primos segundos ni hablamos. Están en esa de edad de pelusilla en el bigote bastante turbia.

Con suerte, el especial de Los Simpson o un peliculón tipo Willow podrá salvarte la noche. Pero tu familia se crece cuando a tu abuelo le da por contar el primer chiste verde. Cuando la cosa ya no puede ir a peor, los villancicos degeneran en tu madre bailando Camarera de mi Amor de Antonio Machín, mientras tu abuela discute con el perro robot de tu primo pequeño y tu tío se queda en paños menores cantando y viendo Telepasión. Que no decaiga.

¡Hola Bridget!

Con el paso de los años, te apetece menos tragar situaciones incómodas y conversaciones vacías. De cara al año que viene, el planning del inquilino del monte Crumpit podría ser tu nueva Nochebuena:

  • 16:00h. Dosis de autocompasión
  • 16:30h. Dejar la mente en blanco
  • 17:00h, Solucionar el hambre en el mundo. Y ganártelo.
  • 17:30h. Jazz y Aeróbic
  • 18:30h. Cenar contigo
  • 19:00h. Lidiar con tu autodesprecio
  • 21:00h. Meterte en la cama, quedarte alelado mirando el techo, y volverte loco.

Si te das cuenta, todos los personajazos navideños son auténticos huraños. ¿Quién no ha querido viajar en el tiempo como el viejo Ebenezer Scrooge? ¿Quién deseó que su familia desapareciera y orquestó la mítica operación ‘Ho Ho Ho’? Esta Nochebuena alternativa será como una previa a la Nochevieja y al Año Nuevo. Freirás unos nuggets, abrirás una botella de vino y pondrás la lista de reproducción de grandes éxitos de la música de los noventa, desde Lara Fabian a Céline Dion.

Ahora solo depende de ti que quieras volver a sentir LA LLAMADA de la Navidad. Tan solo recuerda como tu padre dejaba la ventana abierta para que entrara Papá Noel en diciembre. Eso era amor puro. Navidad sólo pasa una vez al año. Intégrate un poquito, anda.

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Corista atarantado, periodista y coleccionista. Ilustrado de la caja tonta de los noventa, amante de los G5 Belts y escéptico del queso. Tráeme patatas fritas un jueves, Cuéntame hará el resto.