Tengo un problema: a veces intento escribir sobre mi Terreta, pero no siempre lo consigo. En cualquier caso, voy  a intentarlo

Podría decir que cada vez que te piso siento salitre en las venas en lugar de sangre, los recuerdos se transforman en fuego y la nostalgia es una playa color sepia. Que hay algo que siempre me devuelve a ti, como el mejor poema.

A un lado dejo el pasado y me sacudo el frío de estos meses al calor de una hoguera. La imaginación que explota en fuegos artificiales y ese momento en que la puesta de sol acaricia los cañares de la Albufera. Dejar que el viento mueva mi barca y mis emociones. Saborear las estrellas en lugar de avistarlas. Pensar que un verano puede ser tan largo que no se olvida. 

Lanzarme desde las rocas de la playa de la Granadella y confundir los portales azules de la cala del Portixol con la vida que soñamos. Abrir las ventanas de playa en playa y bañarme en el silencio de una barraca. Explorar l’illa Grossa de las Columbretes, con su media luna y su faro que podría ser la mejor conversación entre el cielo y el Mediterráneo. Un esmorsaret en El Cabanyal o unas bajoques farcides en el corazón de la huerta. Y perderse entre las palmeras, sentir el cauce de ese  riachuelo que se pierde entre naranjos e higueras. 

Leer cientos de azules, sentir el levante en el pelo, buscar el mar al final de una calle blanca. Sentirse acariciado por las posidonias, perderse en ciudades bailando entre lo antiguo y lo nuevo; entre todos sus secretos. Escuchar el sonido de la dolçaina que envuelve los pueblos, levantar la mirada hacia castillos de otro tiempo, sentarse bajo los arcos de un riurau y exhalar el perfume de esa tierra a la que siempre echo tanto de menos. 

He intentado explicarlo, pero no sé si ha quedado claro. Será verdad aquello que escribió  Lope de Vega en un poema  tras vivir dos años en la Comunitat Valenciana:  “Quien lo ha vivido lo sabe”

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Alicantino de nacimiento, amante de cualquier lugar con mínimas de 25ºC. Mi debilidad es escribir en cafés secretos, tengo curry en las venas y una palmera tatuada (tiene su miga, aunque no lo parezca). Una vez gané un premio en Japón.