Lo reconozco, no soy muy fan de los hoteles ultra-modernos con diseño de autor.
Después de un cansado viaje, de andar por ciudades me da miedo no dormir por culpa de un diseño demasiado especial. De en vez de sentirme como en casa, sentirme como que estoy amancillando la de otro. De no poder guardar mis cosas porque el diseñador no pensó que los hoteles necesitan armarios.
Por eso, al llegar al Hotel CitizenM Amsterdam, la cautela me podía y casi me echo para atrás; pero me llevé una de esas sorpresas que tardan en olvidarse – de las buenas.
La primera impresión ya fue fantástica, en este hotel no hay recepción. Ni un recepcionista con cara de pocos amigos o sonrisa falsa. Justo en la puerta de entrada te encuentras unos ordenadores en el que, siguiendo unos sencillos pasos, te haces tu mismo el check-in, hasta te “imprimes” la llave tú solo.
Y es que el Hotel CitizenM Amsterdam no es como los demás hoteles de Ámsterdam, empezando por su filosofía y acabando por el cariñoso cuidado de los detalles. Citizen M quiere llevar los hoteles de lujo a todos los viajeros, a precios asequibles. Está especialmente diseñado para esos viajeros que cruzan el mundo tal y como otros cruzan la calle, para los que viajan por el mundo con el corazón y los ojos bien abiertos.
Una vez hecho el auto-checkin, la siguiente impresión llega al entrar en la habitación. Todo un shock. Es un único espacio, con la ducha y el baño en la misma estancia. Unos pasos más y te das cuenta que la cama es, seguramente, ¡la cama más grande que hayas visto jamás! Situada bajo una ventana que va de pared a pared, la cama es ¡cuadrada! De 2×2 metros para ser exactos. Si estás viajando solo, podrás hacer la croqueta durante toda la noche y sino, ¡también! ;)
Al tumbarte te das cuenta de la enorme televisión colgada en la pared. Al ir a encenderla te llevas la tercera sorpresa del día, el mando.
Un mando a distancia demasiado grande para ser tan sólo para la televisión, momento en el que descubres que la habitación es domótica: la iluminación cambia de color (naranjas, verdes, morados…), puedes cambiar la temperatura, bajar o subir las persianas y hasta tienes un montón de películas para escoger – todas ellas gratis -.
Un hotel especial con Wi-Fi gratis para viajeros especiales que adoren las sorpresas.
El desayuno tampoco se asemeja a lo que nos tienen acostumbrados los hoteles y su buffet continental. En el CitizenM Amsterdam el desayuno es una bolsa que te “pescas” tú mismo en un árbol. El contenido de la bolsa es un desayuno de lo más sano – nada de marranadas ;) – para empezar el día con energía: manzana, yogur con cereales, croissant, zumito y un café/te que pides en el bar-recepción.
El Hotel no está céntrico, está a medio camino entre el aeropuerto de Schippol y la ciudad de Ámsterdam, pero cuenta con una parada de tranvía 5 casi delante de la puerta. En 15 minutos se llega al centro.
¡Ah! Y se me olvidaba, en recepción tienes 4 macs para uso y disfrute ;).
Lo reconozco, no soy muy fan de los hoteles ultra-modernos con diseño de autor.
Después de un cansado viaje, de andar por ciudades me da miedo no dormir por culpa de un diseño demasiado especial. De en vez de sentirme como en casa, sentirme como que estoy amancillando la de otro. De no poder guardar mis cosas porque el diseñador no pensó que los hoteles necesitan armarios.
Por eso, al llegar al Hotel CitizenM Amsterdam, la cautela me podía y casi me echo para atrás; pero me llevé una de esas sorpresas que tardan en olvidarse – de las buenas.
La primera impresión ya fue fantástica, en este hotel no hay recepción. Ni un recepcionista con cara de pocos amigos o sonrisa falsa. Justo en la puerta de entrada te encuentras unos ordenadores en el que, siguiendo unos sencillos pasos, te haces tu mismo el check-in, hasta te “imprimes” la llave tú solo.
Y es que el Hotel CitizenM Amsterdam no es como los demás hoteles de Ámsterdam, empezando por su filosofía y acabando por el cariñoso cuidado de los detalles. Citizen M quiere llevar los hoteles de lujo a todos los viajeros, a precios asequibles. Está especialmente diseñado para esos viajeros que cruzan el mundo tal y como otros cruzan la calle, para los que viajan por el mundo con el corazón y los ojos bien abiertos.
Una vez hecho el auto-checkin, la siguiente impresión llega al entrar en la habitación. Todo un shock. Es un único espacio, con la ducha y el baño en la misma estancia. Unos pasos más y te das cuenta que la cama es, seguramente, ¡la cama más grande que hayas visto jamás! Situada bajo una ventana que va de pared a pared, la cama es ¡cuadrada! De 2×2 metros para ser exactos. Si estás viajando solo, podrás hacer la croqueta durante toda la noche y sino, ¡también! ;)
Al tumbarte te das cuenta de la enorme televisión colgada en la pared. Al ir a encenderla te llevas la tercera sorpresa del día, el mando.
Un mando a distancia demasiado grande para ser tan sólo para la televisión, momento en el que descubres que la habitación es domótica: la iluminación cambia de color (naranjas, verdes, morados…), puedes cambiar la temperatura, bajar o subir las persianas y hasta tienes un montón de películas para escoger – todas ellas gratis -.
Un hotel especial con Wi-Fi gratis para viajeros especiales que adoren las sorpresas.
El desayuno tampoco se asemeja a lo que nos tienen acostumbrados los hoteles y su buffet continental. En el CitizenM Amsterdam el desayuno es una bolsa que te “pescas” tú mismo en un árbol. El contenido de la bolsa es un desayuno de lo más sano – nada de marranadas ;) – para empezar el día con energía: manzana, yogur con cereales, croissant, zumito y un café/te que pides en el bar-recepción.
El Hotel no está céntrico, está a medio camino entre el aeropuerto de Schippol y la ciudad de Ámsterdam, pero cuenta con una parada de tranvía 5 casi delante de la puerta. En 15 minutos se llega al centro.
¡Ah! Y se me olvidaba, en recepción tienes 4 macs para uso y disfrute ;).
