Adela ha decidido que esta nueva etapa volverá a hacerla andando, ya que a pesar de las mieles de viajar en bicicleta, sus pies vuelven a pedirle la tierra. Por un momento, descubre que en su bandeja de WhatsApp tiene 19 conversaciones pendientes que no ha contestado, pero no le importa; entre dos países parece más necesario activar el Modo Avión. 

Vigila los caminos, pero la sombra vuelve a aparecer, aunque cada vez parece más lejana. Desde Somport alcanza Candanchú guiada por el río Aragón. Una nutria se ve a lo lejos y ella le hace una foto que no publicará en Instagram; la guardará en una carpeta para verla cuando se sienta perdida. Sigue el GR 65.3 paseando entre lirios y orquídeas. Se encuentra en la tierra donde los reyes de Aragón levantaron puentes y albergues, hospitales como el de Santa Cristina, que data del siglo XI. 

 

Puente de peregrinos
Puente de peregrinos

Desde Candanchú a Canfranc camina cerca de un peregrino de origen chino con el que habla unas cuantas palabras en inglés. Él le dice que tiene unos ojos bonitos, pero ella juega a continuar. “I’ll see you in Santiago”, musita. Al llegar a Canfranc, la ruta se divide en dos caminos a modo de paradoja: ir hacia el pueblo o el trazado más tradicional. Finalmente, en Canfranc-Pueblo se detiene en un mirador y continúa por el Campo de los Francos, una localidad nacida por el propio camino. Sale por el Puente de Abajo y, por la antigua cabañera, alcanza cuevas de brujas en las que le gustaría encerrar a la sombra que la sigue. De fondo se escuchan las berreas de los ciervos y en un árbol hay posado lo que parece un mirlo.

Ciudadela de Jaca

Llega al Castillo de Jaca y sabe que se acerca el final de la etapa. En este pueblecito descubre un casco antiguo delicioso, donde el castillo y la ermita de Iguácel parecen salidos de un antiguo poema medieval. Este tramo es más tranquilo. No sabe si repetirá migas, si volverá a pensar en su abuela o en su ex-novio. Al llegar a Jaca, descubre que la catedral de San Pedro es más impresionante de lo que imaginaba. Pasea por las calles floridas, deleitándose con la primera capital del Reino de Aragón y primera ciudad del Camino de Santiago. Al sentarse en una terraza, el peregrino chino, al que ella ya se refiere como Candanchú, la saluda desde otra mesa. 

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Alicantino de nacimiento, amante de cualquier lugar con mínimas de 25ºC. Mi debilidad es escribir en cafés secretos, tengo curry en las venas y una palmera tatuada (tiene su miga, aunque no lo parezca). Una vez gané un premio en Japón.