Si te sabes la vida de cualquier tertuliano de televisión pero eres incapaz de nombrar una sola obra de Miró, tienes dos opciones: seguir siendo la vergüenza de tu familia o dejarte caer por el IVAM de Valencia, donde conocerás la trayectoria de este artista como si lo hubieras parido.

Aunque Valencia no te la acabas en un par de días, sus buenas comunicaciones por tierra, mar y aire la convierten en un destino perfecto para pasar un fin de semana memorable. La vanguardista Ciudad de las Artes y las Ciencias, un clima que te permite salir a la calle sin cuarenta capas de ropa y una arquitectura que aúna tradición y modernidad son algunas de las muchas razones para escaparte hasta la cuna de la ruta del bakalao y los recogidos femeninos en forma de ensaimada. ¿Por dónde puedes empezar la visita? Por ejemplo, por el Instituto Valenciano de Arte Moderno (que responde a las siglas de IVAM), donde desde el 15 de febrero al 17 de junio vas a tener la oportunidad de recorrer la trayectoria vital y artística de Joan Miró, uno de los máximos representantes de la pintura española del siglo XX. ¡Ahí es nada!

‘Miró. Orden y desorden’ en el IVAM  

Hace poco un político afirmó que “los catalanes hacen cosas”. Y si pensamos en Joan Miró, nacido en Barcelona en 1893, está claro que no le faltaba razón. Este polifacético artista se dedicó en cuerpo y alma a la pintura, modeló esculturas con la pasión de un renacentista, hizo cerámicas con la misma entrega que un italiano pone en sus conquistas y hasta creó carteles y magníficos decorados circenses. Vamos, que llega a nacer en el siglo XXI y se nos hace youtuber, instagramer y social media manager.

Su extensa trayectoria, que le convirtió en uno de los mejores del mundo, ha podido verse en lugares tan dispares como la sede de la ONU en París, la universidad de Harvard, los pasillos del MoMA y, a partir de este mes, también en Valencia.

Comisariada por el doctor en Historia del Arte Joan Maria Minguet Batllori, y bajo el nombre de ‘Miró. Orden y desorden’, el IVAM acoge por primera vez una exposición dedicada a este pintor, del que este año se celebra el 125 aniversario de su nacimiento.

La muestra, que abarca desde que Miró empieza a darle a los pinceles hasta que se convierte en cinturón negro en esto del arte, se divide en cinco salas que incluyen unas 200 obras procedentes de diferentes instituciones.

Y así empezó todo…

Formado en la prestigiosa Llotja de Barcelona, en los comienzos del artista domina el orden. Pero un estrepitoso fracaso en su primera exposición individual, en la que recibe más palos que Almodóvar en una crítica de Boyero, le lleva a poner tierra de por medio y a buscar su propio lenguaje en el ‘place to be’ de los años 20: París.

¡Oh, la, la!

Adiós Barcelona. Hola París

En la ciudad de las luces y de los cafés a precio de Santo Grial, Miró no pierde el tiempo. Visita a Picasso, conoce a André Breton, crea un alfabeto visual propio, se hincha a croissants de mantequilla y hasta expone de forma individual. Pero harto de tanta vichyssoise y tanta crêpe, al cabo de unos años decide pasar más tiempo en Cataluña.

El cambio de aires le sienta bien: es entonces cuando logra exhibir sus obras en Nueva York, empieza a experimentar con formas artísticas como la escultura y el bajorrelieve y le dice “bye, bye, hasta otra ratito” a la pintura.

En las salas de esta exposición también queda patente la obsesión de Miró por sacar el arte de sus círculos más minoritarios y arrastrarlo hasta la calle y las artes escénicas. Esta pasión se puede apreciar en series como la de los caballos de circo o en los decorados, máscaras o vestuarios que el catalán crea para ballets y obras de teatro.

Créditos: IVAM

En este repaso que nos ofrece el IVAM, tampoco faltan las cerámicas y carteles o la explosión de indisciplina que supuso su serie de telas quemadas, con las que el artista logra sorprender a la edad que otros se dedican a jugar a la petanca.

Y ya que estás en Valencia…

Vale, acabas de salir de la exposición, aún estás intentando asimilar la diferencia entre expresionismo, fauvismo y cubismo y, pese a todo, sigues teniendo ganas de más. ¿Qué haces? Te vas a comer algo al barrio del Carmen, das un paseo por el margen del río Turia o te acercas a conocer el acuario más grande Europa que (oh, cosas de la vida) está en Valencia. Aprovecha, nano, que esto se acaba y pronto toca volver al curro.

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Lo primero que hago al llegar a la playa es buscar el punto más elevado al que huir en caso de tsunami. Soy así de previsora. Cuando no estoy buscando salidas de emergencia o comprando conservas para llenar la despensa del búnker, voy al cine, leo, duermo y finjo ser normal.