Aragón, inspiración natural

Su formación en bellas artes y paisajismo provocan que la fuente de inspiración de este bilbaíno provenga principalmente de movimientos artísticos, arquitectura, paisajes y pájaros.

Nos recibió en su estudio rodeado de bocetos, tejidos y su última colección, que acababa de llegar de Paris. Aitor creó junto a su hermano gemelo Iñaki la marca de moda Ailanto, una de las de mayor proyección internacional en la actualidad. Han desarrollado colecciones y productos de “lifestyle” para, entre otros, Sargadelos, Naf Naf, Hazel, DAC y Santa & Cole y ha colaborado con firmas como Lladró, TATA Motors, Chupa-Chups, Nespresso, W Hotels y L’Oréal o el Guggenheim de Bilbao. Y es que, más allá de los desfiles, sus creaciones se han expuesto como piezas de museo en Madrid, Londres, Nueva York, Moscú y Tokyo.

Aitor tiene buenos amigos maños y se nos vino arriba al comentarle que queríamos que fuera en busca de la inspiración por los Pirineos aragoneses. “Acepto. ¿Cuándo nos vamos?” No tuvimos que sacar la carta de la variedad de pájaros. Con la belleza de a montaña fue suficiente.

Le inspiran las ciudades con mar o río. Persona infatigable, su carrera comenzó en Milán. Su pasión por el diseño le ha llevado a recorrer medio mundo y a trabajar para firmas como Prada, Miu Miu y Cos trabajando como set designer. Reconoce influencias del cine -“he crecido con los filmes de Antonioni y Truffaut”-, la pintura moderna y la fotografía.

Ahora, reside en Barcelona y afirma que es una enamorada de España. Aceptó la invitación para colaborar en el proyecto con una sonrisa en una terraza de la céntrica calle Enrique Granados. “¿Por Zaragoza pasa un río muy grande, no? ¿El Ebro, cierto?” Deducimos que era su forma de decir, ¡me apunto!

Lo suyo son los museos. Le inspiran. A esta arquitecta de formación la motivan los retos: ¿Quién se atreve a dar una giro a su carrera en plena crisis para hacer realidad una pasión? “Las Gardenias” es una empresa dedicada a la gestión cultural, museográfica y al diseño. El riesgo tuvo su recompensa y, en poco tiempo, su trabajo ha sido reconocido con proyectos para instituciones y empresas culturales como Muzeul Olteniej Craiova de Rumania, la Société de l'Eau et de l'Assainissement d'Oran (Argelia), La Fundación Telefónica o Cosmocaixa. Lo combina con otra de sus pasiones, la docencia en universidades y centros culturales pioneros.

Después de intercambiar varios mails, cruzamos Zaragoza en Ave para encontrarnos con ella. Estábamos convencidos de que Cristina no se resistiría a lo que le teníamos preparado: sumergirse en los magníficos museos de Zaragoza y Teruel. Ella, además, añadió que había una tercera cosa que le apasionaba: la luz, los colores y los contrastes de Aragón. La teníamos en el bolsillo.