1. Guernica, de Pablo Picasso (1937)

Si hay un cuadro que suscite todas las miradas en el Reina Sofía, ese es sin duda “el Guernica”. Pintado entre mayo y junio de 1937, la obra magna de Pablo Picasso representa el bombardeo que la ciudad vasca de Guernica sufrió el 26 de abril de aquel mismo año, en plena Guerra Civil Española. Un vómito colmado de simbolismos que tras pasar años expuesto en el MoMA de Nueva York, regresó a España en 1992. 

2. Muchacha en la ventana, de Salvador Dalí (1925)

Antes de adentrarse en el característico surrealismo (El gran masturbador, obra de Dalí perteneciente a esta corriente también luce en el Reina Sofía), el artista catalán definiría parte de su estilo a través de obras como Muchacha en la ventana, un cuadro tan sencillo como icónico que muestra a una joven de espaldas asomada a la costa de Cadaqués y que nos traslada a una estampa de total armonía.

3. La casa de la palmera, de Joan Miró (1918) 

Al igual que Dalí, también Joan Miró focalizó en diferentes estilos antes de ahondar en el surrealismo a partir de mediados de los años 20. Incluida dentro de una colección de paisajes detallistas pintados entre los años 1916 y 1918, La casa de la palmera es el mayor triunfo de esta época. Una obra de detalles concisos y un realismo apasionante que ilustra, en óleo sobre lienzo, los exteriores de un caserón de Tarragona, provincia en la que el autor solía pasar sus vacaciones. 

4. La bouteille d‘anis, de Juan Gris (1914)

Considerado como uno de los grandes embajadores del cubismo (de hecho, Gris llegó a coincidir con Picasso en París), el madrileño ahondó en una técnica collage en la que combinando diferentes retazos y recortes de periódicos era capaz de crear una obra tan naíf como sorprendente. El mejor ejemplo es esta obra en honor al licor catalán que, a su vez, servía de referencia a los magos cubistas de la época: Picasso, Braque y el propio Juan Gris

5. Retrato de Sonia Klamery, de Anglada Camarasa (1913)

Exótico y exuberante, el retrato que Anglada Camarasa pintó para la Condesa de Pradère, Sonia Klamery, es por sí mismo todo un deleite para los sentidos. De carácter modernista e influenciada por obras como El beso de Klimt, el retrato supone una oda al color no exenta de matices varios: desde un vestuario que recuerda al del ballet clásico, hasta pájaros tropicales llegados de las lejanas tierras asiáticas. 

Estas obras del Museo Reina Sofía que tienes que ver representan las muchas caras del arte del siglo XX. Uno marcado por nuevos estilos y géneros que, al mismo tiempo, regalan obras totalmente atemporales. Eternas.

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Alicantino de nacimiento, amante de cualquier lugar con mínimas de 25ºC. Mi debilidad es escribir en cafés secretos, tengo curry en las venas y una palmera tatuada (tiene su miga, aunque no lo parezca). Una vez gané un premio en Japón.