Drom (que en romaní significa ``viaje´´) cuenta a través del baile el largo camino emprendido por los gitanos desde Rajastán hasta España, pasando por Persia, Turquía, Centro Europa y Egipto. Un espectáculo de danza oriental.
Fenicia Compañía de Danza Oriental regresa al Teatro de Madrid avalada por el éxito de la temporada anterior y consolidada ya, como una de las compañías de danza oriental más relevantes del panorama actual.
Fenicia está formada por diez bailarinas, incluida su directora, Cristiane Azem, que imprime en sus coreografías su amplia formación en danza, enriqueciendo las formas tradicionales de la Danza Oriental, y adaptándola escénicamente para los grandes escenarios.
Para esta ocasión Fenicia vuelve a presentar Drom, en versión ampliada, con dos actrices de teatro gestual, diez bailarinas, diseño de luces de Nicolás Fichtel y un lujoso y variado vestuario.
Drom hace referencias a la cultura propia de cada región y a la vez a una cultura de asimilación de tradiciones lejanas traídas por las caravanas gitanas.
Un viaje de siglos de intercambios de tradiciones, de permanencias culturales gracias a la música y el baile.
El símbolo escogido para DROM es el `Chacra de AshoK´: una rueda, un círculo, que está representado en la bandera Romaní internacional, y que tiene su origen en un mural de la Antigua Persia. Un símbolo solar, redondo, dinámico como las ruedas de una carroza, que gira...
De ahí la recurrencia a los giros en todos los bailes, vínculo de permanencia y continuidad cultural desde India hasta España; el giro sobre el propio eje, evocando las rotaciones de los astros, transformando la energía en movimiento, promoviendo el viaje, el camino...
Sinopsis Drom
Drom, que en romaní significa `viaje´ o `camino´, narra a través del baile el largo viaje emprendido por los gitanos desde el Rajastán (en India), pasando por Persia, Turquía, Centro Europa, Egipto y Francia, hasta llegar a España.
Drom parte de Rajastán con un baile de la cultura Kabelia, colorista, alegre, vital...
En su periplo hasta Persia, nos trae el misterio de las danzas tribales con espadas de las montañas donde se han instalado.
En Turquía, la fuerza y vitalidad de una música concebida para entretener, y un baile concebido para seducir.
En Centro Europa, la melancolía y el desgarro de un pueblo se transforma en circo, en fantasía, contrapunto al inefable destino desvelado por las cartas...
Ya en Egipto, el misterio de los desiertos se convierte en fiesta de ritmos y fuego, donde la unión entre la cultura árabe y la gitana se ha transformado en elemento autóctono de doble procedencia.
En su paso por Francia, Drom nos lleva a Sainte Marie de la Mer, lugar de peregrinación y muestras de devoción a Sara, la virgen negra de los gitanos.
De ahí a España, llegamos a Granada, donde una canción Andalusí nos abre las puertas de la Alhambra y un quejío flamenco nos lleva al Albaicín, a las cuevas donde termina nuestro viaje.