Reivindicando una sensibilidad nueva, una renovada forma de entender su ciudad, sus influencias, y su realidad más cercana, Hernández se posiciona como autor de alto voltaje en tiempos de emociones planas.
El nuevo álbum de El Hijo –o sea, el ex Migala y ex Emak Bakia Abel Hernández– supone un paso de gigante en su singular carrera como compositor de canciones en castellano. Reivindicando una sensibilidad nueva, una renovada forma de entender su ciudad, sus influencias, y su realidad más cercana, Hernández se posiciona como autor de alto voltaje en tiempos de emociones planas.
En este segundo disco, con un Raül Fernandez de nuevo brillante al cargo de la producción y los arreglos, El Hijo da un inesperado giro en su trayectoria y entrega un repertorio inspirado y genial en el que deconstruye el folk intimista de su debut para acercarlo a cierto pop psicodélico, arrebatador, con ecos de amaneceres (por lo tanto nocturno y matinal al mismo tiempo); un disco, “Madrileña”, que podría ser el primer gran disco de pop de hechuras folkies de la escena independiente nacional..
El Hijo se presenta ahora en Madrid en formación de cuarteto. Junto a Abel Herández están Saqués, un batería gallego dedicado por igual a encontrar las percusiones perdidas del Tom Waits post1982 y a las cantigas y madrigales medievales y renacentistas; Hernández, un guitarrista alicantino amante de la psicodelia y el folk de los sesenta, la americana, los trenzados a lo Television y los ruidos; y Luis Brea, un exquisito músico del barrio de Chamberí armado con un arcaico Casiotone y una guitarra española con las seis cuerdas.