La protagonista de este cuento y su amigo, un viejo espantapájaros, descubren durante su viaje, lo beneficioso que es saber desprenderse de lo prescindible y cortar ciertos vínculos para aprender a volar y ampliar horizontes.
Este es un montaje producido por el Centro de Títeres de Lérida. Estrenado en abril de 2009. Con guión, diseño de títeres, escenografía y dirección de Joan-Andreu Vallvé, está dirigido a niños de tres años en adelante y a un público familiar en general.
Es un espectáculo idóneo para hablar de valores como la amistad, la generosidad y el no aferrarse a las cosas superfluas.
La protagonista del cuento, La Toia vive en una casa de campo. Un día, descubre los restos de un viejo espantapájaros. Lo recompone y se sorprende al comprobar que éste le habla. Le habla de su soledad, de lo que le desagrada asustar a pájaros y también de su gran sueño: ¡volar!
La Toia se ofrece a ser a su amigo y se lo lleva a casa. Al llegar se da cuenta de que durante el camino el Espantapájaros ha perdido uno de sus brazos. A ella le sabe fatal, pero su amigo se resigna. ¡Tan solo era de paja!
Después de esta pérdida, el Espantapájaros comprensivo y generoso, permite que el hambriento Conejo se lleve su nariz de zanahoria y también que la Cigüeña se lleve el brazo de paja para ampliar el nido para sus polluelos. El Gato de la casa, sin embargo, hosco, celoso para
Librarse de ñel, lo lanza a la balsa. La Toia se dará prisa en pescarlo, sin embargo entonces se dará cuenta de que la cabeza del Espantapájaros ha desaparecido en el fondo del agua. ¡No puede ir por el mundo sin cabeza! Así que ella, con la tela de su vestido lo recompone y le hace una cara nueva.
Es entonces cuando se percatan de que saber desprenderse de lo prescindible y hasta saber cortar ciertos vínculos, es básico para ampliar horizontes al
dejar que el viento nos empuje a volar. ¡Volar, volar, Volar!