La alegría se descubre saltando, como niños, como ese impulso que solo inspiran las 7.641 islas de Filipinas. El conocido como ‘island hopping’ adquiere en la tierra del tarsier y el pansit nuevas dimensiones. Un archipiélago que aquí se revela en forma de tapices de cocoteros, playas de ensueño y bocados exuberantes que te atrapan desde el primer momento.

Saud Beach, Ilocos Sur

El truco: elegir las islas de tu aventura. Puede que decidas perderte por lugares icónicos como Palawan, Corón, Boracay, Cebú y Bohol, pero hay más. En la isla de Siargao podrás surfear algunas de las olas más azules del mundo y saltar desde una pasarela al río Maasin. Sumergirte en las aguas termales de Ardent o disfrutar de Agoho Beach, atracciones insignia de la isla de Camiguin. Malapascua es la perfecta meca del buceo y el lugar idóneo donde descubrirte a ti mismo entre tiburones zorro o contemplando atardeceres desde Sunset Beach. ¡Salta! Y fúndete con el azul Cambuhagay, la cascada de la isla Siquijor, donde curanderos tradicionales te revelarán el futuro y sus colinas épicas rebosan verdes que no sabías ni que existían. Y en la isla de Batanes, la vida se disfruta saltando de playa en playa, de Sabtang a Nakabuang, de ruinas históricas a faros perdidos donde el silencio tan solo se ve interrumpido por aves tropicales. Eso sí, reserva un hueco para una “siesta” asiática bajo las palmeras. 

Siargao Island, Surigao del Norte.

Sí, entre España y Filipinas existe una línea de puntos que rebosa historia, cultura y tradición fruto de las antiguas conexiones entre estos dos países. Lo dicen las más de 3.000 palabras que compartimos, pero también la arquitectura que se despliega en forma de Catedral de Manila, las casas coloniales de Cebú o fiestas como el Bagong Taon, el Año Nuevo. Y la Segovia tropical se llama cerdo asado, uno de los platos insignia de la gastronomía filipina.

Intramuros, Manila.

Los foodies más atrevidos encontraréis en Filipinas una selección de platos capaces de unir países a miles de kilómetros de distancia y microuniversos que huelen a coco, brasas y especias. Para empezar, un icónico adobo de pollo o cerdo, para seguir con un rico estofado de cacahuete Kare-Kare. El sabor agrio del caldo Sisig o el pancit guisado a base de fideos salteados como sinónimo de una larga vida. De Pampanga a la región de Bicol, de Manila a Iloilo, los sabores se multiplican. 

Dennis Coffee Garden,

Otra siesta, la brisa, volver a saltar. Saludar a una tatuadora de 106 años – la famosa Apo Whang Od – en el norte de Luzón, para muchos la mejor isla del mundo y microcosmos donde Manila se da la mano con terrazas de arroz superlativas y volcanes hipnóticos. Descubrir playas protegidas por ojos de mil cocoteros en tantas islas, una selfie en El Nido, tantos azules a grabar en la memoria. En Filipinas los encantos se descubren entre mil peces tropicales, sonrisas de colores y los secretos del paraíso. Salta y salta pero, atención: puede que Filipinas te atrape para siempre y no te suelte.

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Alicantino de nacimiento, amante de cualquier lugar con mínimas de 25ºC. Mi debilidad es escribir en cafés secretos, tengo curry en las venas y una palmera tatuada (tiene su miga, aunque no lo parezca). Una vez gané un premio en Japón.