Salir desde la ciudad de Bogotá al municipio de Zipaquirá, me hace recordar una frase de mis libros de infancia “El Principito”. No importa la cantidad, sino la calidad de tiempo que pasamos.

Y es así como suelo poder salir de mi zona de confort y recorrer lugares inesperados, en esta ocasión con mi visita a la Catedral de Sal de Zipaquirá y la Laguna de Guatavita, a tan solo una hora y un poco más, de la ciudad de Bogotá.

Catedral de Sal de Zipaquirá

Pocas veces se baja a 180 metros de profundidad, para sumergirse en la mejor construcción tallada de sal y roca. Aquí este mineral conforma casi todos lo objetos que puedes ver allí, adornados entre lujosas piezas artísticas de metal y otros materiales, con una iluminación sutil pero colorida que causa alucinantes efectos ópticos.

Tierra santa y ancestral

La mina está literalmente viva, dicen los guías locales que este lugar en su interior requiere un estricto control periódico, debido a que el movimiento de la tierra y su peso, provoca que su tamaño con el tiempo se vaya reduciendo, por eso para evitar esto, es necesario hacerle un mantenimiento constante.

Hacer un recorrido al interior de sus naves como le llaman a las secciones que conforman esta catedral, demoraría unas dos horas para disfrutar sus rincones. Al ser técnicamente una excavación minera en sus inicios, en la actualidad ya no se usa para este fin, pero si hay una parte en todo este inframundo donde aún se extrae la sal.

Los domingos es el día más habitual para las actividades religiosas, porque en su nave central que es su parte más importante, (que por cierto es inmensa), es muy visitada por sus recurrentes misas católicas.

Según algunos datos del lugar, más de 600 mil personas visitan esta maravilla turística al año, donde el 40% aproximadamente, son personas extranjeras. Así que, bien sea que seas de alguna parte de Colombia y de otra tierra foránea, debes tomar tu vuelo y visitar este lugar.

 

Laguna de Guatavita

Tierra santa y ancestral

Los muiscas son una antigua población indígena que pobló estas tierras. Algunas de sus tradiciones siguen vigentes pero su memoria sigue latente en toda la historia.

Para los muiscas, la sal era importantísima porque en sus tiempos de presencia era incluso más valiosa que el oro, porque con este mineral era que se conservaban los alimentos y de hecho, en aquel tiempo pasó a convertirse en la primera moneda como recurso de intercambio, y es de ahí donde viene la palabra Salario.

Visitar esta maravilla natural y pura, es una experiencia incomparable que te recargará de energía y aprenderás muchas cosas. Recomiendo hacer este recorrido en  compañía de un guía que te enseñará muchos datos curiosos, algunos llenos de misterio y por supuesto, la Leyenda del Dorado.

Tierra santa y ancestral

En mi caso, fue una excelente experiencia porque en el pueblo de Zipaquirá, me recogieron en una furgoneta bonita, con asientos cómodos, un conductor excepcional.

Henry Travel
Con cada paso que damos en una tierra lejana, nuestra mente se expande, tanto que no puede volver a sus viejas dimensiones.