Munich, la capital de Baviera, es una ciudad cosmopolita que ha sabido conservar y potenciar sus tradiciones. Situada al pie de los Alpes, su vista desde cualquier edificio domina la ciudad.
Karlsplatz es una concurrida plaza que formaba parte de las murallas, como lo atestigua la Karlstor, puerta del siglo XIV. Domina la zona comercial, con numerosas calles peatonales y joyas arquitectónicas de gran valor: la iglesia de San Miguel o la catedral Frauenkirche. La Marienplatz es el corazón de Munich y en ella destaca el Glockenspiel, el reloj instalado en la torre del Rathaus o ayuntamiento, un edificio neogótico. Otra joya que merece ser visitada es la Asamkirche, ricamente decorada al estilo rococó, así como la sede del Parlamento bávaro, Maximilianeum, y el Palacio Real, o Residenz. La Ludwigstrabe es una esplendida avenida en la que abundan espectaculares edificios neoclásicos.
El Jardín Inglés, uno de los parques más grandes de Europa, es el pulmón verde de Munich. También es recomendable pasear por la Königsplatz, la Villa Lenbach y las calles colindantes. El palacio de Nymphenburg, residencia de verano de los reyes de Baviera, merece igualmente una visita.
Vida nocturna
Nada mejor que visitar esta ciudad durante la Oktoberfest, la fiesta de la cerveza más famosa del mundo, donde se puede disfrutar además de la cerveza, de los días de más ambiente de la ciudad.
Al sur de la ciudad se alzan imponentes los pre-alpes bávaros, con la impresionante presencia del Watzmann (2.713 m). Allí están la ciudad-balneario de Berchtesgaden y el lago Königsee, dentro de los límites del espectacular Parque Nacional de Berchtesgaden. En esta región también se encuentran el hermoso valle de Ramsau y la Reserva Natural de los Alpes de Chiemgau. Desde Brannenburg se puede ir a la espectacular garganta de Tatzelwurm y a la Reserva Natural de las Montañas Karwendel, zona muy apreciada por los senderistas y escaladores. Mittenwald, en un marco incomparable, posee uno de los campanarios más hermosos de la Alta Baviera: la torre barroca de la iglesia de San Pedro y San Pablo.
Al oeste se extiende la cordillera de Wetterstein y, a sus pies, Garmisch-Partenkirchen, la estación de invierno más famosa de Baviera. La cima de la montaña más alta de Alemania, el Zugspitze (2.962 m), es también un punto de devoción turística al que se llega en tren cremallera, en teleférico o a pie. Füssen es un concurrido centro turístico de la región, en el que destaca el castillo de Hoheschlob, residencia estival de los obispos de Augsburgo. Vale la pena visitar la pequeña aldea de Hindelang, idílicamente emplazada a los pies del Nebelhorn (2.224 m) y la garganta de Breitnachklamm. En dirección sur se llega a Kempten, en la que destacan el Rathaus, la iglesia de San Lorenzo y la Residenz.
A pocos kilómetros hacia el oeste se encuentra el lago Constanza, convertido en un destino turístico de primer orden. Lindau o Meersburg, una de las ciudades medievales mejor conservadas del país, son atractivos lugares a orillas del lago.
Qué ver y qué hacer
La Karlsplatz es una concurrida plaza que formaba parte de las murallas, como lo atestigua la Karlstor, puerta del siglo XIV. Domina la zona comercial, con numerosas calles peatonales y joyas arquitectónicas de gran valor: la iglesia de San Miguel o la catedral Frauenkirche. La Marienplatz es el corazón de Munich y en ella destaca el Glockenspiel, el reloj instalado en la torre del Rathaus o ayuntamiento, un edificio neogótico. Otra joya que merece ser visitada es la Asamkirche, ricamente decorada al estilo rococó, así como la sede del Parlamento bávaro, Maximilianeum, y el Palacio Real, o Residenz. La Ludwigstrabe es una esplendida avenida en la que abundan espectaculares edificios neoclásicos.
El Jardín Inglés, uno de los parques más grandes de Europa, es el pulmón verde de Munich. También es recomendable pasear por la Königsplatz, la Villa Lenbach y las calles colindantes. El palacio de Nymphenburg, residencia de verano de los reyes de Baviera, merece igualmente una visita.
Vida nocturna
Nada mejor que visitar esta ciudad durante la Oktoberfest, la fiesta de la cerveza más famosa del mundo, donde se puede disfrutar además de la cerveza, de los días de más ambiente de la ciudad.
Al sur de la ciudad se alzan imponentes los pre-alpes bávaros, con la impresionante presencia del Watzmann (2.713 m). Allí están la ciudad-balneario de Berchtesgaden y el lago Königsee, dentro de los límites del espectacular Parque Nacional de Berchtesgaden. En esta región también se encuentran el hermoso valle de Ramsau y la Reserva Natural de los Alpes de Chiemgau. Desde Brannenburg se puede ir a la espectacular garganta de Tatzelwurm y a la Reserva Natural de las Montañas Karwendel, zona muy apreciada por los senderistas y escaladores. Mittenwald, en un marco incomparable, posee uno de los campanarios más hermosos de la Alta Baviera: la torre barroca de la iglesia de San Pedro y San Pablo.
Al oeste se extiende la cordillera de Wetterstein y, a sus pies, Garmisch-Partenkirchen, la estación de invierno más famosa de Baviera. La cima de la montaña más alta de Alemania, el Zugspitze (2.962 m), es también un punto de devoción turística al que se llega en tren cremallera, en teleférico o a pie. Füssen es un concurrido centro turístico de la región, en el que destaca el castillo de Hoheschlob, residencia estival de los obispos de Augsburgo. Vale la pena visitar la pequeña aldea de Hindelang, idílicamente emplazada a los pies del Nebelhorn (2.224 m) y la garganta de Breitnachklamm. En dirección sur se llega a Kempten, en la que destacan el Rathaus, la iglesia de San Lorenzo y la Residenz.
A pocos kilómetros hacia el oeste se encuentra el lago Constanza, convertido en un destino turístico de primer orden. Lindau o Meersburg, una de las ciudades medievales mejor conservadas del país, son atractivos lugares a orillas del lago.