En el siglo XVIII, un viajero llegado a Japón desde muy lejos trató de encontrar el bosque de bambú de Arashiyama, en Kioto, valiéndose de una brújula. En 1994, alguien consiguió encontrarlo a través del mapa de su guía Lonely Planet y, en 2013, a través de Google Maps. Sin embargo, a diferencia de lo que vivieron otros antiguos viajeros, en 2018 este poético lugar de Japón estaba lleno. Masificado. Peor que un día de rebajas. 

Y ya imaginas la estampa, especialmente si has estado en el país de los toris: colas kilométricas para entrar en los templos, bosques conquistados por instagrammers, y geishas corriendo despavoridas por las callejuelas de sus hanamachis

Una situación que llamó la atención de la Oficina de Turismo de Kioto cuando el aumento de visitantes en el país nipón aumentó a 16.6 millones de turistas hace un año y no cabía un noodle en los lugares de interés. 

Fue así como nació Kyoto Tourism Navi, una aplicación desarrollada por la Kyoto City Tourism Association (KCTA) cuya misión consiste en desviar el flujo de masificaciones turísticas proponiendo al usuario rutas alternativas, y por ende más tranquilas, a la hora de acercarse a los principales must de la ciudad. 

Una nueva proeza que utiliza la inteligencia artificial como una aliada que cada vez obliga a más destinos a replantearse el overtourism y sus nefastas consecuencias. Especialmente en lo que concierte a la tranquilidad de los locales de un pueblo o ciudad.

De esta forma, si te dispones a visitar Kioto y quieres disfrutar del destino con parsimonia zen, puedes entrar en la web de la aplicación y comprobar el calendario de afluencia a seis meses vista. El resultado de esta previsión consiste en una recopilación masiva de datos de los últimos tres años que focaliza en los lugares y temporadas (especialmente la floración de los cerezos, o hanami, que tiene lugar entre marzo y abril) a fin de facilitar la visita a los turistas. 

Sí, en el Kioto de 2020 ya no habrán colas y masificaciones. Así que disponte a visitar el Fushimi Inari-taisha libremente, inspirar los ecos del bambú o perderte por el barrio de Gion como si fueses un local más. 

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Alicantino de nacimiento, amante de cualquier lugar con mínimas de 25ºC. Mi debilidad es escribir en cafés secretos, tengo curry en las venas y una palmera tatuada (tiene su miga, aunque no lo parezca). Una vez gané un premio en Japón.