Los americanos llaman ‘badlands’ o malas tierras a los paisajes áridos, arrugados, llenos de barranqueras, cárcavas, cañones y ‘chimeneas de hadas’ (de roca). Sin embargo, en Granada existen territorios más optimistas y virtuosos, que esto no es el cañón del Colorado, sino el geoparque de Granada. Un lugar donde la memoria escrita en piedra suspira recuerdos que datan de hasta 5 millones de años y la brisa milenaria invita a creerse protagonista de un western castizo.

desierto de gorafe

La respuesta la encontrarán al norte de la provincia de Granada. Concretamente, a través de un área de 4.722 km cuadrados contenida por las cumbres de los parques naturales de Cazorla, Segura y las Villas, Sierra Nevada y la Sierra de Castril, en las comarcas de Guadix y Baza. Aquí comienza una llanura de arcilla que te sumerge entre gargantas, cañones y barrancos, donde el silencio tan sólo se ve interrumpido por el vuelo de un halcón peregrino. La Tierra nos habla de un tiempo muy lejano, de los mamíferos que vivieron en el Cuaternario y de los singulares ecosistemas terrestres de la Europa Occidental hace 2,5 millones de años, relatándonos todos sus secretos. Pero también nos cuenta de un río que nunca llegó al mar, del lago que aún suspira por su cauce y de un mar adentro que se evaporó como el rocío de la mañana. ¿Y el cielo? Las estrellas actúan como testigos de la singular transformación del planeta.

desierto de gorafe

Considerado como una de las últimas zonas semidesérticas de Europa, el Geoparque de Granada engloba colores que no creías ni que existían: del rojo marciano al ocre árido, el verde que parece suspirar entre los huecos y el azul ausente, antaño tan presente en tantos cuerpos de agua acumulados entre las montañas. El resultado es una historia que parece desbordarse de magia, arrojando pistas de los testimonios fosilizados más antiguos de la Península Ibérica o mostrando la presencia de mamuts y tigres dientes de sable en espacios tan divulgativos como la Estación Paleontológica Valle del Río Fardes o la Zona Arqueológica de la Cuenca de Orce.

Sin embargo, cualquier visita al desierto de Gorafe no se concibe sin una ruta por la villa de Gor, a 1.200 metros de altitud y por encima del cañón que deja ver las entretelas del antiguo lago. Todo ello, sin olvidarnos de enclaves tan interesantes como el Mirador del Fin del Mundo y la espectacular panorámica de 360 grados que ofrece el mirador del Jabalcón; o el cerro Banderas, donde la luz juega con los colores y, al venir la noche, permite disfrutar de uno de los atardeceres más bellos de la Península. Si en tu caso prefieres seguir andando, el barranco de Anchurones te reconduce hacia una enorme rambla cuyas paredes evocan el blanco, gris y una paleta de colores áridos fascinantes. Aquí las normas son otras, la soledad del paisaje atrapa hasta hacerte sentir que has sido la primera persona en pisar el lugar.

En el desierto de Los Coloraos, el tramo más espectacular de Gorafe, encontrarás un conjunto de ramblas, cañones y desfiladeros cuyo nombre obedece al color arcilloso de sus estructuras. Nada mejor que subirse a un todoterreno o realizar una visita turística entre formaciones de arenisca que regalan una acuarela natural única. Y husmear en los secretos de tantas cuevas, lanzarse en parapente y volar en globo o dejarse hechizar por las cumbres de Sierra Nevada, que se divisan a lo lejos. La canción de hielo y fuego que nos vendió Juego de tronos se escucha aquí como en ningún otro lugar. Cabe mencionar que Los Coloraos y el resto del Desierto de Gorafe son vastas extensiones en las que resulta imprescindible organizar bien la visita y andar, andar mucho, con la botella de agua en la mochila y el sentimiento de explorador como brújula.

Desierto de Gorafe, Granada. Vista aerea.

En algún momento mirarás a tus pies descalzos, ¿y este taparrabos? No es tu imaginación, es la Gran Senda de los Primeros Pobladores, un recorrido por algunos de los yacimientos arqueológicos y paleontológicos más fascinantes de España, pero también geológicos como nos muestran las sismitas de Castilléjar. Y la historia avanza: lo compruebas en el Parque Megalítico de Gorafe, que acoge más de 200 dólmenes; en Castellón Alto (Galera), impresionante poblado de la Edad de Bronce; en la necrópolis íbera de Tútugi o mientras buscas las huellas que la Dama de Baza dejó en la ciudad granadina.

Pero Gorafe es también cuna de cielos milenarios e históricos. Certificado como Parque Estelar Starlight, este desierto cuenta con su propio centro de interpretación, donde pedir deseos a un manto de estrellas que hechiza desde el primer momento. O mejor: puedes quedarte a dormir en los alojamientos de la zona certificados Starlight, perfecto refugio donde soñar bajo algunos de los firmamentos más nítidos de toda la Península.

Desierto de Gorafe, Granada

Eso sí, en tu aventura por el norte de Granada descubrirás que todas las épocas y escenarios tienen en común el hedonismo: en las casas y hoteles-cueva de todas las localidades del Geoparque, el verano se contiene con el frescor de estos refugios naturales excavados en la propia roca, un lugar donde disfrutar de la mejor estampa costumbrista. Y darte un baño calentito, y saludable, en los balnearios de Graena, Zújar y Alicún, alimentado este último por las aguas termales que brotan de la Cascada de Alicún y derivan por la acequia de El Toril. Esta sorprendente canalización, que parece construida por gigantes, está formada por diversos acueductos naturales y es una de las tres estructuras de este tipo existentes en el mundo, ideal para visitarla durante un paseo por el área y darse de bruces con los dólmenes de Alicún.

Desierto de Gorafe

En mitad de tantos estímulos, la hospitalidad granaína se percibe en todo momento a través de los sentidos y el gusto. En esta zona, sentarse a la buena mesa es lo más
cercano a una religión y así lo manifiesta su colección de platos, tan eterna como sus dólmenes: prepárate para saborear las gachas colorás picantes, la gurupina con setas y bacalao, o las tarbinas, uno de los guisos insignia de Gorafe, elaborado a base de harina de trigo. Por cierto, en el Altiplano no olvides degustar su lata de cordero segureño.

Y observas el paso felino de un ‘dientes de sable’, sigues el mensaje de las nubes y pides un deseo a las estrellas. La Tierra aquí se arruga, te cuenta historias y te abraza
para descubrirte todos sus secretos. Los colores invitan a pelear con el paisaje, aceptarlo y quererlo a través de sus milenarios relatos. Quizás sea el momento de empezar a llamarlas ‘goodlands’.

 

 

“Con la colaboración de la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía. Cofinanciado con el Programa Operativo FEDER de Andalucía 2014-2020”.

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Alicantino de nacimiento, amante de cualquier lugar con mínimas de 25ºC. Mi debilidad es escribir en cafés secretos, tengo curry en las venas y una palmera tatuada (tiene su miga, aunque no lo parezca). Una vez gané un premio en Japón.