Entre Olivos y Viñedos: Una Experiencia Inolvidable en Cataluña.
Un brindis por los momentos vividos.
El fin de semana pasado viví una de esas experiencias tan BUENAS (en el sentido más amplio de la palabra) que no te las sacas de la cabeza en días. Volví a Cataluña y puedo afirmar que no sólo descorché botellas, sino también momentos inolvidables.
Esta vez me lleve a un grupo de amigos, a los que nos une la pasión por el vino y el aceite. Amigos de verdad, básicamente. El viaje nos llevó a descubrir el corazón de esta región, sumergiéndonos en la cultura del aceite y dejándonos llevar por la magia de los viñedos, lo que viene siendo un viaje de turismo gastronómico en toda regla.
Os pongo en contexto: somos un grupo de amigos de diferentes pueblecitos y ciudades de España, nos conocimos en la universidad y desde entonces planificamos viajes alrededor de la buena comida y el buen vino. Decidimos emprender este último viaje por Cataluña, atraídos por la promesa de sumergirnos en la cultura del aceite, ese oro líquido (ahora más oro que nunca) que es elemento imprescindible e inseparable de la cultura y la gastronomía Mediterránea.
Empezamos el viaje y nuestra primera parada fue en la Farga de l’Arion, un lugar mágico en Ulldecona, donde encontramos olivos milenarios, testigos silenciosos de la historia. Siempre nos pasa lo mismo, empezamos alto y con las expectativas en el cielo. Parece arriesgado, pero la cosa no hace más que mejorar. El Molí de la Creu nos abrió las puertas a un aceite de oliva virgen de cosecha propia, único en el mundo, hecho con los olivos milenarios que decía antes, los de la Farga de l’Arion. Fue probarlo y no pudimos resistirnos a llevárnoslo a casa como un tesoro.
Cataluña te recibe con los brazos abiertos en su universo de molinos y productores. Participamos en talleres de alioli, aprendimos a probar aceite de oliva (no, no sabes hasta que te enseñan) y disfrutamos de degustaciones de productos locales. Al ser otoño, pudimos vivir la experiencia única de “peinar” olivos a la manera tradicional, algo que hay que probar al menos una vez en la vida, seguida de una cata de aceites y una comida con productos locales. Una fórmula perfecta para entender, sentir y vivir la dieta mediterránea.
Decidimos combinar el oleoturismo con el enoturismo, y descubrimos bodegas que también elaboran su propio aceite de oliva. En el Priorat, en la bodega Masroig, disfrutamos de catas de vinos y aceites, sumergiéndonos en los sabores auténticos de la región. También nos maravillamos en la Terra Alta, visitando la bodega modernista del Pinell de Brai, donde la arquitectura de Cèsar Martinell se fusiona con la tradición oleícola.
Nuestra experiencia fue más especial si cabe porque pudimos hospedarnos en lugares tan auténticos como Mas La Boella, una masía histórica del siglo XII cerca de Tarragona. Aquí, además de saborear su aceite de oliva de alta gama, puedes disfrutar de un menú degustación elaborado por el chef del hotel. La visita a la finca nos permitió descubrir las viñas, los olivos y los procesos de elaboración. Hay lugares para hospedarse en que también puedes disfrutar de un desayuno (o comida) entre los mismos olivos, por si prefieres desconectar en un entorno privilegiado.
Nos recomendaron que hiciéramos una cata, hay muchas opciones para ello, nuestro último día nos decantamos por el celler Sumarroca, nos dieron una copa de bienvenida, pudimos visitar la bodega y los viñedos y catamos tres productos Sumarroca, con un pequeño aperitivo. Pero se puede disfrutar de catas en otros lugar es como el Mas d’en Bruno, que parecía interesante o el Celler Clos Pons, entre otros.
Nos quedaron muchos lugares por visitar y descubrir, pero nos lo tomamos como una buena notícia, así podemos volver. Hay ferias y fiestas que están de forma temporal, así que no descartes revisar el calendario por si vas y coincide con la feria del aceite de arbequina o con la feria de productos artesanales, siempre hay opciones disponibles.
Cataluña, el paraíso del aceite, nos regaló, además de una experiencia oleoturística increíble, una inmersión en su historia, su cultura y su naturaleza. Desde paseos entre olivos milenarios hasta catas de vino y aceite, vivimos cada momento como una celebración de la vida construida alrededor de los frutos de la vid y el olivo. Sin duda, la auténtica calidad de vida mediterránea.