La felicidad se puede medir de muchas formas, especialmente cuando levantas la vista y Santa Sofía, el gran icono de Estambul, se despliega ante ti. Así es Turquía, como una cúpula que engloba tantas historias como sensaciones, experiencias y formas de recalibrar los cinco sentidos (como mínimo).

Santa Sofía la imponente joya arquitectónica de Estambul
Santa Sofía

Saltar de la Mezquita Azul al Palacio Topkapi, donde más de 400 años de intrigas de sultanes y visires te transportan en tiempo y espacio. El Bósforo espía desde todos los rincones, en el Gran Bazar descubres colores que aún no existen y especias capaces de reinventar tu paladar. La vida se ve mejor desde la torre de gálata, no hay malas energías siempre que lleves un ojo turco y saborees el mejor café junto a un delicioso baklava. También hay dolmas elaborados con hojas de parra, los platillos del meze, el crujiente börek y un sinfín de delicias que nos reconectan con una gastronomía rabiosamente diversa.

La mezquita Azul o mezquita del Sultán Ahmed es una de las grandes mezquitas
Mezquita Azu

La felicidad no ha hecho más que empezar. Lo descubres al llegar a Capadocia, cuna de una de las formaciones geológicas más impresionantes del mundo. Tantas chimeneas apuntando al cielo y la vida que, desde un globo, adquiere una perspectiva diferente. Paisajes lunares, casi de cuento, donde el aliento de antiguas rutas comerciales se entremezcla con refugios subterráneos y la sensación de liberar la magia que vinimos a buscar en cada rincón. Ya escuchas la llamada del futuro, incluso el sonido del mar. O mejor: de la Costa de la Felicidad, un paraíso en el que Estambul y Capadocia marcan el punto de partida.

Capadocia es una región semiárida en Turquía central conocida por sus características “chimeneas de hadas”:
Capadocia

En la costa egea de Turquía, el estilo de vida TurkAegean se disfruta a través de hermosos paisajes, costas deslumbrantes, playas vírgenes, tapices de pinos y olivos, hoteles sostenibles, fortalezas salpicadas en mitad del Mediterráneo y tantos azules que no te dará tiempo a contarlos todos. Diversos pueblos marineros envueltos en salitre y buganvilla se dispersan por una costa de exquisita fusión histórica, donde la belleza asoma desde el rincón más insospechado. 

En la costa egea de Turquía, el estilo de vida TurkAegean se disfruta a través de hermosos paisajes, costas deslumbrantes, playas vírgenes, tapices de pinos y olivos, hoteles sostenibles, fortalezas salpicadas en mitad del Mediterráneo y tantos azules que no te dará tiempo a contarlos todos.

En esta costa legendaria, los sitios declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO dominan pequeños pueblos y bahías pintorescas, las tradicionales goletas turcas navegan entre calas e islas, y los aldeanos todavía practican artesanías ancestrales Es hora de descubrir el estilo de vida TurkAegean que perdura a través de miles de años de historia, como bien confirman las legendarias ruinas de Troya, la casa de la Virgen María, las fachadas blanquiazules de Bodrum o el encanto salvaje de un Valle de las Mariposas donde la vida sencilla suspira entre el mar y la montaña.

Bodrum es una ciudad ubicada en la península del mismo nombre, que se extiende desde la costa suroeste de Turquía hacia el mar Egeo
Bodrum

Además, la Costa de la Felicidad ofrece una variedad de opciones de alojamiento que incluyen antiguas casas y mansiones de piedra restauradas, así como complejos turísticos apartados y hoteles boutique ubicados en el corazón de una naturaleza que combina tonos de azul y verde, tan solo dos de los colores que brotan aquí dentro cuando descubres que, la felicidad, como la mejor serendipia, estaba en Turquía

 

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Alicantino de nacimiento, amante de cualquier lugar con mínimas de 25ºC. Mi debilidad es escribir en cafés secretos, tengo curry en las venas y una palmera tatuada (tiene su miga, aunque no lo parezca). Una vez gané un premio en Japón.