Hay muchas cosas en mi vida que no tengo claras. Pero si de algo no tengo dudas es de que las vacaciones son para disfrutar. Y punto. Es verano, hace calor y solo te apetece estar en el mar, ¿Es tanto pedir despertar cada mañana en un nuevo destino? ¿tener siempre vistas al mar y que me hagan la cama y la comida? Vale, igual es bastante pedir, pero la solución es muy fácil. Si aún no sabes de qué hablo, es que te falta un crucero.

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Lo contentos que se pusieron en casa cuando les dije que, este año, nos íbamos al Caribe en crucero. Fue poner un pie en el majestuoso Harmony of the Seas y automáticamente supimos que estábamos a punto de vivir unas vacaciones inolvidables, diferentes, espectaculares. La emoción de explorar el Caribe a bordo de este gigante de los mares se palpaba en el aire y nadie hacía nada por disimular. Familia, ¡nos vamos de crucero!

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Zarpamos desde Galveston, Estados Unidos, rumbo a las maravillas del Caribe. Durante las ocho noches que duró nuestro viaje, tuvimos la oportunidad de sumergirnos en la cultura, la naturaleza y la diversión que ofrecen las hermosas islas que visitamos.

Nuestra primera parada fue en Cozumel, México, un paraíso para los amantes del buceo y el snorkel, o sea nosotros. A veces me pregunto si hay alguien guionizando mi vida porque tantas casualidades no pueden ser posibles. Bendita maravilla poder descubrir la vida marina que habita en los arrecifes de coral de Cozumel, podría haberme quedado horas explorando ese fondo marino. 

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Cuando salimos del agua (más arrugados que un garbanzo), aprovechamos para recorrer las pintorescas calles del centro, donde probamos la gastronomía mexicana y nos empapamos de la calidez de su gente.

Después de este increíble día, volvimos a nuestro hotel/vehículo/restaurante marino todo en uno y seguimos el viaje hacia Nassau, en las Bahamas. Digan lo que digan los Hombres G, a mí Nassau me pareció la combinación perfecta de historia y belleza natural. Exploramos su rica herencia colonial visitando el Fuerte Charlotte y nos perdimos entre las coloridas casas del casco antiguo. Reconozco que de aquí sacamos fotografías de esas que merece la pena imprimir y poner en un álbum. Por supuesto, también nos dimos un chapuzón en sus aguas cristalinas y nos relajamos en sus playas de ensueño.

Nassau

Otra joya que encontramos durante nuestra travesía fue la visita a Cococay, la isla privada de Royal Caribbean. Aguas turquesas, cristalinas, arena blanca… parece sacada de un sueño, la de cosas que puedes hacer allí: snorkel, kayak, relajarte en una hamaca frente al mar… el mejor síntoma de que es idílica es que no saqué el móvil en todo el día, el plan detox perfecto. 

Cococay

Vuelta al crucero para continuar con la ruta, allí también disfrutamos de espectáculos en vivo, noches temáticas, salas de juegos… En definitiva, nuestra aventura por el Caribe se convirtió en EL viaje de nuestras vidas. Primero porque estábamos todos juntos, y sobre todo porque es uno de los mejores planes para todos, apto para todos los gustos y para todas las edades, desde el abuelo hasta los más peques. 

Y vosotros, ¿a qué estáis esperando? Familia, ¡nos vamos de crucero!

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He pillado en tardarlo