Escápate

Cuando sí es dorado todo lo que reluce

La Costa Daurada recibe su nombre por el tono dorado que le otorga el reflejo del sol a sus playas, y no es para menos.

La Costa Daurada recibe su nombre por el tono dorado que le otorga el reflejo del sol a sus playas, y no es para menos. Ver brillar el sol sobre la arena y el mar en esos atardeceres de verano es un lujo que algunos temen haber olvidado, pero que algunos estamos dispuestos a reivindicar. ¿Hay algo más sensato que perderse entre la belleza de la naturaleza para no dejar espacio a las preocupaciones? Yo llevo un rato pensando, y creo sinceramente que no.

Qué le voy a hacer si yo nací en el Mediterráneo

Foto: Rafael López Monné / PMT Salou

La Costa Daurada me gusta especialmente por sus contrastes, y porque ofrece planes para todos los gustos, a prueba de discusiones familiares. Tan pronto puedes encontrar playas tranquilas de arena fina y poca profundidad para el deleite de niños y marineros de agua dulce, como adentrarte en zonas rocosas con mucha vegetación para ponerle un poco más de emoción al asunto.

Al fin y al cabo, ¿qué son las vacaciones si no la alegría de colmar en sana armonía las inquietudes de  todos los miembros de la familia? ¿Que quieres aprovechar el verano para bañarte de historia, arte o cultura? Lo tienes. ¿Que alguno necesita como agua de mayo (o de agosto) entrar en contacto con la naturaleza y practicar su deporte favorito? Lo tienes. ¿Que alguno solo sueña con tumbarse en la playa y desconectar de todo hasta la hora de comer (comer bien, por supuesto)? También lo tienes.

La verdad es que la Costa Daurada ofrece planes para todos los gustos y miembros de la familia, y quien viaja con niños sabe de lo que hablo. Porque cuando todo este lío del confinamiento te pilla, como a mí, con esos locos bajitos que a menudo se nos parecen, pero que ahora mismo llevan tres meses sin escolarizar, toda ayuda es poca.

La Historia del Mundo es Tarraconense

Foto: José Carlos León / PTDT
Litoral Rocaplana. José Carlos León
Foto: José Carlos León / PTDT

Porque no es todo playa en la Costa Daurada, aprovechemos este viaje para introducirnos en su historia. Que es la Historia del Mundo. No sólo por sus ciudadela ibéricas y su patrimonio histórico-artístico incomparable, sino porque  todo el mundo sabe (y si no lo sabe, disimula al escucharlo) que Tarraco fue una de las ciudades más importantes del Imperio Romano.

Todo en la Costa Daurada tiene un ambiente de Imperio que sometió y educó al mundo entero (bueno, menos a una pequeña aldea gala que aún resiste hoy al invasor. Pero eso es otra historia. ) Tarraco, capital de la Hispania Citerior, Patrimonio Histórico de la Humanidad y, en mi caso, patrimonio personal e instransferible en el que puedo pasear por las calles y sentirme centurión romano. Y cómo no sentirme así: una de las maravillas que más me gustan de la Costa Daurada es Roda de Bará y su Arco del Triunfo, majestuoso y espejo de la grandeza de esta región. Es en este preciso momento en el que ya se te ha olvidado de dónde vienes y te pierdes en el DE DÓNDE VENIMOS. Y para eso, no hay nada mejor que adentrarte en el Priorat y la Baixa Segarra, al norte de la Conca de Barberà. Allí, siguiendo la Ruta del Císter descubrí los encantadores pueblos del interior que puedes recorrer en coche para ir concatenando maravillas de nuestro patrimonio histórico y cultural, paisajes únicos en los que disfrutar de la naturaleza y donde perderse entre su gente culta, sencilla y abierta. El Monasterio de Poblet, verdadero recuerdo de la grandeza de la Corona de Aragón y patrimonio de la Humanidad, sobrecoge por su grandeza, su espiritualidad, sus retablos y sus alrededores. Qué vegetación, qué paz ¡qué bonito! 

La vida es bella

A estas alturas nadie duda que prefiero los caminos a las fronteras, y una mariposa al Rockefeller Center y el farero de Capdepera al vigía de Occidente. La costa mediterránea nos regala colores, luces, calas y aldeas para recordarnos a cada paso por qué la vida merece la pena. Yo he recorrido todos sus rincones, pero este año, probablemente uno de los más raros de nuestras vidas, he decidido que voy a disfrutar como nunca de la luz alegre y brillante de la Costa Daurada.

De sus puertos de pescadores, de su historia, de su cultura y de su diversión sin límite. Allí he descubierto un mar limpio y amable, una arena fina y suave y unas playas que parecen esculpidas por dioses. Allí voy a estar en cuanto podamos movernos. Y lo voy a hacer para que mis locos bajitos no se olviden de que la vida es bella, que no es pandemia todo lo que se escucha y que, a veces, si sabes elegir bien, sí es dorado todo lo que reluce. 

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Siempre creo que me he dejado la llave del gas abierta.