La capital de la Galia Romana y madre de la nouvelle cuisine es una de las ciudades más completas (con permiso de París) y en la que podría pasar meses, o incluso años, sin llegar a conocerla del todo. Ese es su encanto; Lyon nunca deja de sorprenderte. Además puedes plantarte allí en tren en menos de 5 horas.

Se dice que Lyon está entre dos colinas, la que trabaja y la que reza. Se dice eso porque en la primera, la Croix Rousse, están todos los telares de confección de seda de la ciudad, unos edificios emblemáticos de techos altísimos en los que todavía se pueden ver los primeros telares manuales, y que  hicieron merecedora a esta ciudad del título de capital mundial de la seda. En la otra, al Oeste, está la Basílica Notre Damme De Fourvière. Este espectacular templo católico, junto con la torre de telecomunicaciones, inspirada en la Torre Eiffel, presiden la colina de Fourvière, desde la que puedes disfrutar de unas impresionantes vistas de Lyon y, si el día es claro, hasta de los Alpes.

La Fourviere
La Fourvière

Revivir la historia entre Traboules

Si, como yo, eres de los que “se patea” las ciudades para conocerlas a fondo, entre la colina de Fourvière y el Saona encontrarás el Vieux Lyon, donde conviven reliquias arquitectónicas de la época medieval, gótica y renacentista que recuerdan a la bella Florencia, mi debilidad en lo que a ciudades se refiere. El casco antiguo está dividido en tres partes: Saint-Georges, Saint-Jean y Saint-Paul. Aquí puedes perder la noción del tiempo paseando entre callejuelas, bares y tabernas (en Francia el aperitivo es un ritual sagrado e innegociable antes de cualquier comida) bañado de arquitectura gótica como La Catedral de San Juan Bautista. Pero lo mejor del Vieux Lyon son las traboules, unos pasadizos secretos que utilizaban los lioneses para escapar de los nazis en la segunda guerra mundial (antes ya lo hicieron Astérix y Obélix para huir de los romanos en “La vuelta a la Galia”) y más tarde los canuts (obreros textiles del XIX) para escapar de la policía en las revueltas laborales. Gracias a estos pasos escondidos, que son todo un icono de resistencia y lucha social, puedes recorrer la ciudad a través de los patios interiores de los edificios prácticamente sin pisar las calles. O pisándolas de verdad.

Traboules
@Kilyan Sockalingum on Unsplash

Una ciudad con mucho Arte 

Lyon no es, en absoluto, una de esas ciudades históricas que vive de las rentas del pasado. Lyon es modernidad y vanguardia, y eso es lo que se respira cuando llegas a La Confluence, entre los ríos Saona y Ródano, en un barrio aislado por las vías del tren en el que antes solo había naves de logística. Allí nació La Confluence como icono futurista, llamada a cautivar a artistas, bohemios, arquitectos y modernos en general. Un barrio entero para pasear hasta que tu cuerpo (o tu mente) aguante entre galerías de arte, exposiciones, instalaciones, museos, tiendas originales y alternativas y por supuesto con su centro comercial, cafeterías y restaurantes espectaculares.

La Confluence
La Confluence

Y es que no hay que olvidar que Lyon es al arte urbano lo que Paul Bocuse (el hombre más venerado de Lyon) a la nouvelle cuisine. El Mur des Canuts, en pleno corazón del barrio de Croix Rousse, es el mural más grande y espectacular de toda Europa. Mil doscientos metros cuadrados que representan escenas cotidianas de la vida e historia del barrio. Un tebeo callejero a escala gigante que ilustra una época y una realidad, para deleite de sus vecinos y de foráneos curiosos. 

Descubrirás muchas otras muestras de arte urbano en Lyon, pero lo que seguro no te puedes perder es el Fresque (o Mur) des Lyonnais, realizado en 1998 en la Rue de la Martinière, que honra a 30 lioneses ilustres. Allí puedes detenerte a descubrir desde la gloria del emperador romano Claudio hasta la Santidad de Claudina Thevénet, pasando por la genialidad de los hermanos Lumière y la sensibilidad de Antoine de Saint-Exupéry, autor de El Principito.

Mur des Lyonnais
Mur des Lyonnais. @Chabe01 at Wikimedia Commons

En Lyon la vida transcurre años después de todos ellos, los sombreros son serpientes comiendo elefantes, las sopas son de trufas negras y los visitantes son efímeros habitantes de paso en un mundo irrepetible y en constante evolución que nunca deja de sorprenderte.

Por eso Vanguardia en francés se dice Lyon.

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Siempre creo que me he dejado la llave del gas abierta.