No deja de sorprenderme la cantidad de astracanadas que se les pueden llegar a ocurrir a los guionistas intrépidos y algo chalados de La función que sale mal. Una comedia en la que el humor absurdo al más puro estilo Monty Python irrumpe en el suspense misterioso de Sherlock Holmes. ¿Te imaginas? Pues prepárate para un cocktail de despropósitos y una concatenación de escenas desternillantes en las que todos los errores, gazapos, pifias y accidentes que pueden ocurrir en un escenario, ocurren. Al igual que la inimitable El Guateque de Peter Sellers (una de mis películas de cabecera), La función que sale mal demuestra que hay pocas cosas que nos hagan tanta gracia como los desastres ajenos. Y cuanto más ajenos y exagerados, mejor.

@Javier Naval

Ganador del Premio Olivier 2015 a la mejor comedia, el espectáculo presenta a un grupo de teatro amateur en el fatídico estreno de su obra de misterio, en el que todo lo que puede salir mal, sale mal. Un divertido elenco de actores extrañamente propensos a los accidentes luchan durante toda la función (sin éxito) contra las adversidades y los riesgos del directo, con consecuencias tan divertidas para el público como desastrosas para los personajes.

Lo importante es que todo esto no lo digo sólo yo, que sabéis que soy oficialmente de risa fácil. La función que sale mal está más que validada por el ranking más exigente del humor absurdo y surrealista y desde 2012 ha hecho llorar de risa a más de 8 millones de espectadores en todo el mundo. Desde que se estrenó en el West End en Londres, ha acumulado premios en más de 30 países en las categorías de Mejor Comedia, Mejor Escenografía, Mejor Obra o Mejor Producción, y en 2017 fue la comedia más taquillera de Broadway, manteniéndose en cartel dos temporadas. Otro hecho objetivo que demuestra lo buena que es (y el buen gusto del público).

Madrid no es Broadway, pero lo será. Tras el éxito de su primera temporada en el Teatro de La Latina, ahora da el salto al Teatro Rialto (perdón por la rima), para ofrecer una nueva temporada en la Gran Vía de Madrid.

No está el horno para bollos, así que hazte con tu billete a la felicidad en atrápalo.com y permítete disfrutar del más absoluto desastre escénico. Porque en tiempos en los que casi todo va mal, reírnos es la mejor fórmula para no perder los papeles. Y para hacer que todo, finalmente, vaya bien.

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No te tomes tan en serio, nadie más lo hace.