El tiempo, los monumentos o el dutty free del aeropuerto, sí. Existen muchos estímulos, pero pocas personas podrían concebir el mundo de los viajes sin la gastronomía de un destino. Especialmente, cuando hablamos de Malta, Gozo y Comino, las tres islas que integran la fascinante Malta. Una nación donde conectan tantas historias como culturas – desde la árabe a la italiana, pasando por la británica -, dando como resultado un poema hedonista que, ante todo, se saborea.

gastronomia en malta

Combina la esencia mediterránea con los mejores sabores especiados y descubrirás joyas isleñas como el pastizzi, el desayuno más popular de Malta. Más allá del típico english breakfast, estos pasteles de hojaldre rellenos de carne, ricota y pasta de guisantes se convertirán en tu perdición durante tu visita al país. Eso sí, tampoco te vayas sin probar el asado de conejo, un manjar nacido de la capacidad de Malta para jugar con sus recursos en antiguos tiempos de escasez. Un plato contundente que combina la sabrosa carne de conejo con diversas verduras, especias y vino tinto. 

El pescado, por supuesto, es otro de los alicientes de Malta, con el lampuki como rey de todas las mesas. Un pescado similar a la dorada cuyo sabor versátil casa a la perfección con las hierbas aromáticas y el vino blanco con el que se adereza para, después, saborearlo en forma de tantas versiones como crujientes de hojaldre. El lampuki se puede consumir en cada isla, si bien el lugar más típico donde degustarlo lo encontramos en el pueblo pesquero de Marsaxlokk

¿Alguién dijo pan? En Malta descubrirás que toda su gastronomía se inclina ante la ftira, un típico pan sin levadura que ya era consumido por los fenicios y cuya importancia le ha valido el reconocimiento de Patrimonio Inmaterial por parte de la Unesco. Más que un simple pan, un icono de la cultura maltesa que se presta a variedades como la ftira de aceitunas, tomates secos y aceite de oliva.

Traditional Maltese bread

Y ya que nos hemos sumergido en el mejor menú, no puede faltar el imqaret, un pastelito de origen árabe compuesto de un relleno de dátiles, especias y cítricos, todo junto y recubierto de miel – te escuchamos salivar, sí-. 

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Sabores que maceran más de 7000 años de antigüedad bajo la atenta mirada de las estrellas del Mediterráneo… y las estrellas Michelín, claro. Con más de 6 prestigiosos galardones, Malta es también todo un referente del ‘cómo’, en este caso, a través de oasis foodies como el hotel Rosselli, donde el chef Victor Borg propone obras de arte gustativas tan contemporáneas como refinadas y universales. Borg es también el alma mater de la carta de Grain Street, en La Valletta, con ejemplos como su deliciosa lasaña de calamares. 

O dejarnos caer por ION Harbour, la casa del chef Alex Dilling – su rico besugo, es un imperdible-; las delicias de la antigua ciudad de Mdina en De Mondion, a cargo del chef Clint Grech; la innovación del chef Tyrone Mizzi y sus menús creativos en Hotel Corinthia Palace; o la experiencia gastronómica de Sliema, donde Fernandõ Gastrotheque ofrece desde 2018 su icónico cerdo confitado en un espacio donde el arte susurra a través de un interiorismo irresistible. 

Solo entonces, cuando te sientes en mitad de la historia envuelto por todos sus caprichos, descubres que Malta no solo era deliciosa: también era un secreto que merece ser compartido con el resto del mundo. 

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Alicantino de nacimiento, amante de cualquier lugar con mínimas de 25ºC. Mi debilidad es escribir en cafés secretos, tengo curry en las venas y una palmera tatuada (tiene su miga, aunque no lo parezca). Una vez gané un premio en Japón.