El clásico de Pinocho siempre me dio un poco de miedo. Realmente Collodi escribió un cuento digno de traumatizar a generaciones enteras, y aunque Disney se encargó de dulcificarlo con un final feliz, el trasfondo de la historia del niño de madera que quería ser de verdad es más oscuro que la Estrella de la Muerte.

El caso es que la nueva versión de Pinocho tiene mucha más ciencia y diversión, pero sí comparte con la original el poderoso mensaje de la necesidad de sentirnos queridos y aceptados, y de que ante todo debemos ser sinceros con nosotros mismos si queremos llegar a ser felices.

Esta futurista versión de Pinocho se puede ver ahora en el Nuevo Teatro Alcalá de Madrid. Se trata de una historia de inventores y androides con un mensaje profundo sobre las relaciones humanas. En este caso la protagonista es Cereza y Pinocho es un androide ideado por ella para poder tener un amigo. Cereza es una inventora introvertida y le cuesta mucho hacer amigos, ni siquiera con las redes sociales (¿hablamos de la soledad de un mundo hiperconectado?). El caso es que decide experimentar y crea PIN8, un androide, con la intención de que se convierta en su amigo.

 

Pero como en todos los inventos, la cosa no sale como ella había pensado, y PIN8 no es el amigo que Cereza esperaba, porque nace como un androide sin sentimientos. Por suerte, un virus informático (los virus buenos también pueden hacer magia), le da vida a PIN8 y el androide pasa a tener sentimientos, igual que el Pinocho de nuestra infancia pasaba de ser de madera a un niño de carne y hueso gracias a la magia del Hada Azul.

A partir de ese momento, el trabajo de la joven inventora será evitar que PIN8 mienta para que no se vuelva a convertir en un androide y se acabe su sueño.

Metáforas aparte (la historia da mucho que pensar), la obra es un musical emotivo y arriesgado, lleno de música, luz, color y efectos especiales para contarnos de una forma muy original el clásico del juguete que quiere ser un niño de verdad.

Si quieres descubrir si la nueva versión acaba bien y si Cereza consigue al fin tener un amigo de verdad, tendrás que ir al teatro a verla. Porque por mucho que cambie el cuento, a nadie le gusta que le cuenten el final de una buena historia.

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No te tomes tan en serio, nadie más lo hace.