Tus padres lo saben. Tu hermana, tu pareja y el panadero. Te lo dice la intuición y hasta las cartas del tarot. Este verano es único y no se volverá a repetir. Porque, ¿recuerdas lo que era saltar en un festival? ¿La luz del sol que hoy parece más fuerte tras meses de oscuridad? Ya estamos ahí, casi. Solo falta volver al lugar de siempre para poner a prueba todo lo aprendido, que hay mucho que hacer, bucear y surfear. Y muchas cimas que escalar.

Reserva Natural Islas Columbretes, Castellón
Reserva Natural Islas Columbretes, Castellón

Por ejemplo, el pico Penyagolosa, el segundo más alto de la Comunitat Valenciana. Un entorno privilegiado para los viajeros valientes, entre pinos carrascos y el cañón del río Montlleó, donde asoman las cabras montesas. Pero mete las gafas de buceo en la mochila, que nunca se sabe cuando puedes terminar en las islas Columbretes. Un mundo perdido sobre un volcán… inactivo, no hay que temer, de fondos marinos marcianos y un faro que parece hacer el amor con la luna.

¿Demasiada calma bajo el agua? Quizá estés notando la música que te atrae, te hace flotar. Es el FIB, la mejor excusa para volver a descubrir lo que era un festival y cómo lo echabas de menos. “Qué bien que en mi pupilas siga entrando luz del sol”, cantará Izal. Y estarás tan de acuerdo.  

Pico Peñagolosa. Castellón.
Pico Peñagolosa. Castellón.

El verano te dirige hacia el sur de la comunidad, a la cálida Valencia, con los atardeceres púrpuras de la Albufera y la luz que aquí todo lo escribe. Hijos de Sorolla, esta tierra es vuestra: desde las sesiones de paddle surf en la Playa de la Patacona hasta un cocktail en sus chiringuitos. 

Playa de la Patacona, Valencia.
Playa de la Patacona, Valencia.

Y no olvides las noches, con los pies descalzos sobre la arena fría. Es un placer tan necesario que es casi un sentimiento bajo el cielo estrellado. Recuerda que también viniste a ser espectador: de las obras de teatro romano de Sagunto a los Conciertos de Viveros en los Jardines del Real. Solo entonces descubres que este verano huele más cítrico. 

Teatro Romano de Sagunto.
Teatro Romano de Sagunto.

Pop, rock, folk y canciones de autor. Inspiración para esa playlist en el coche mientras seguimos el rastro de las palmeras. La ventanilla bajada y la mirada perdida entre huertas y acequias, como en esos veranos de la infancia.

Pero es pera ¿es esto el mar o un río? Es el Pou Clar, en Ontinyent, la prueba perfecta de que en verano la Comunitat Valenciana entiende de tantos atajos al agua como formas de refrescarse. 

Pou Clar - Alicante
Pou Clar. Alicante

En dirección al sur, descubres que Dénia no ha cambiado y continúa siendo el lugar donde el Mediterráneo parece eterno. En el barrio de Les Roques, las casas de pescadores recuperan los antiguos colores y la gamba roja y el pulpo nunca supieron tan ricos. A Dénia la domina el mar y su castillo, y por encima de ambos el omnipresente Montgó y su parque natural.

¿No es suficiente? En Alicante hay una isla, la única habitable de la Comunitat Valenciana, donde un pueblo de colores convive con calas perdidas. A medida que te aproximas a la isla Tabarca, en Alicante, te parece ser testigo de un maravilloso espejismo. Una isla donde su faro aún parece buscar antiguos piratas moriscos y un vecino toma la fresca frente una puerta azul. Reserva al llegar, la mejor fideuá lo merece. Por una vez, las gaviotas te envidian.

“El sol sigue entrando en las pupilas”. Más que nunca. Y es que no habrá un verano como este, porque nunca antes aprendimos tanto a disfrutarlo. 

mm
Alicantino de nacimiento, amante de cualquier lugar con mínimas de 25ºC. Mi debilidad es escribir en cafés secretos, tengo curry en las venas y una palmera tatuada (tiene su miga, aunque no lo parezca). Una vez gané un premio en Japón.