Con la llegada del veroño comenzamos a experimentar esa curiosa nostalgia por un estío que no volverá. Cambiamos la cerveza por el té calentito, iniciamos nuevos proyectos,  los planes suelen girar en torno a una manta y, cuando hablamos de viajar, bueno, que si esquí por aquí, un mercadillo de Navidad por allá y el verano, ¿dónde está el verano? Si los muñecos de nieve y los pavos rellenos no van contigo, a unas pocas horas de vuelo nos topamos con Madeira, uno de esos destinos ideales para escapadas y puentes en otoño e invierno. Además, Madeira,  ha sido galardona recientemente por los Word Travel Adwards como Mejor destino insular de Europa.

La pregunta es: ¿por dónde empezar? Por las botas de montaña, la brújula y las ganas de perderse entre paisajes de cuento a través de las mejores experiencias de turismo activo, especialmente cuando hablamos de un destino certificado por EarthChech como uno de los más sostenibles del planeta. 

Si te van las caminatas, los bosques de laurisilva, las montañas caprichosas y los miradores de ensueño regalan diferentes rutas como la Vereda do Burro, en la costa sur, o Levada Fajã do Rodrigues en la norte. Incluso una Ruta de las 25 Fontes que despliega un conjunto de flores silvestres y aves tropicales simplemente fascinante. Varios niveles de dificultad al servicio de una experiencia única. Caminar para contemplar, a pié, desde tu mountain bike, o practicando canyoning, escalada o trail running. Madeira revela un mundo de sensaciones que calibra los sentidos y regala temperaturas suaves dignas de un paraíso cálido durante los 365 días del año. 

vistas de la naturaleza en madeira

¿Lo mejor? Que puedes elegir entre diversas áreas naturales, como las Ilhas Desertas o las Ilhas Selvagens, la primera reserva natural de Portugal. O tomar el teleférico a la Reserva Natural de Rocha do Navio y la Reserva Natural de Garajau. En la Reserva Natural da Biosfera Porto Santo, sus gentes y riqueza cultural; mientras que la Reserva Natural Parcial do Garajau se presta al buceo a través de una biodiversidad marina simplemente fascinante. Tantos picos apuntando al cielo, como el de Ana Ferreira (Porto Santo) o el Pico do Arieiro. Cuevas, acantilados, miradores desde los que contemplar un horizonte interrumpido por las colas de las ballenas.

pico do areeiro Madeira

Tras tanta adrenalina, ya mecido por la brisa y envuelto en la magia de la laurisilva, nada mejor que sentarse a la buena mesa en las ciudades de Funchal y Machico, o el rincón más insospechado: desde la espetada, una brocheta de carne a la parrilla hecha con trozos de carne de res sazonada con ajo y sal servido en pan de maíz, hasta el bolo do caco, un pan plano redondo muy típico, pasando por su típico pez espada, la sopa de tomate o el milho frito, pedazos de polenta fritos servidos como guarnición. Sabores nacidos de una  tradición y esa gastronomía más contemporánea que coexisten en perfecta armonía.

Capital de Madeira, Funchal

Si este otoño e invierno buscas hacer la escapada definitiva, recuerda que existe una primavera eterna a tan solo unas pocas horas de vuelo.

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Alicantino de nacimiento, amante de cualquier lugar con mínimas de 25ºC. Mi debilidad es escribir en cafés secretos, tengo curry en las venas y una palmera tatuada (tiene su miga, aunque no lo parezca). Una vez gané un premio en Japón.