Vuelo + Hotel a Dusseldorf

Activa, cultural y cosmopolita. Bañada por el Rin y destacado puerto fluvial, Dusseldorf se erige como capital de Renania del Norte-Westfalia para convertirse en una de las ciudades más ricas de Alemania. Centro de un área metropolitana de 1,3 millones de habitantes encuadrada en la megalópolis del Rin-Ruhr, Dusseldorf es junto con Frankfurt el centro económico de Alemania Occidental. A pesar de haber nacido en la Edad Media, su apogeo vino de la mano de la Revolución Industrial, gracias a la que adoptó un rol protagonista en el desarrollo de la industria pesada. Tras una dura crisis provocada por los estragos de la Segunda Guerra Mundial, en las últimas décadas Dusseldorf ha logrado reconvertirse en sede de multitud de empresas de servicios, siempre fiel a su tradición comercial. En definitiva, una urbe del siglo XXI.

Entre las estrechas calles de la ciudad vieja (Altstadt) se esconden un montón de bares y locales nocturnos activos de día... y de noche. ¿Qué mejor sitio para catar una Altbier? Entre cerveza y cerveza, puedes descubrir en esta zona los principales tesoros de la ciudad. Entre ellos el Ayuntamiento, ubicado en plena plaza Markplatz, y que es uno de los edificios más antiguos de Dusseldorf. Aunque los avatares de la historia nos privan hoy en día de disfrutar de la silueta original del edificio, ya que algunas partes fueron destruidas por las armas. Sin salir de la parte antigua, en las riberas del Rin, tamizadas por románticas arboledas, se abre paso la bulliciosa Burgplatz. En ella, impasible ante el paso del tiempo, la Torre del Castillo, única superviviente de la fortificación que protegió la ciudad durante cinco siglos, acoge un museo que explica la historia de la navegación fluvial en la ciudad. ¡Una ciudad portuaria en mitad del Rin se merece eso y más! En esta zona puedes hacer un alto en el camino para probar unos mejillones al estilo de Renania o un Senfrostbraten, que es un asado a la parrilla típico de la ciudad. Regado, cómo no, de un excelente vino de Renania que puedes catar antes de la comida en el mercado tradicional de Carlsplatz.

Cuando retomes tu ruta turística, tienes que descubrir todo lo que la parte antigua todavía tiene guardado para ti: la iglesia de San Lamberto, con su peculiar torre inclinada; el barrio de Erenhof, con unos cuantos museos y exposiciones artísticas por descubrir; o la Academia de Bellas Artes más antigua de Alemania, abierta en 1773. No te olvides de asistir a tu cita obligada con el Hofgarten, un enorme parque ideal para pasear y relajarte. Una buena muestra de la mejor naturaleza urbana que en sus adentros cobija el Museo Goethe. Una alternativa para liberar tensiones es dar un paseo por la no menos arbolada calle de Königsallee. Su parte central está esculpida por frondosas zonas verdes y un canal de agua que la convierten en otro de los rincones más románticos de la ciudad. Eso sí, no te olvides de llevar a mano un monedero: a los lados de esta vía se encuentran numerosas tiendas de Calvin Klein, Armani, Prada o Gucci. ¡Un paraíso para los amantes del shopping! Y la cercana calle Schadowtstraßese transforma cada año en la pasarela de Alemania, donde diseñadores de todo el mundo exhiben sus últimas creaciones.

Si quieres tener la mejor panorámica del río y de la ciudad, debes subir a la Torre del Rin, una elevada construcción datada de los años 80 que ostenta el título de mejor mirador de Dusseldorf. No está muy lejos de la zona del puerto (Medienhafen), un área moderna donde los edificios parecen querer alcanzar el cielo: el Neuer Zollhof, el Stadttor... Al otro lado del río se encuentra la zona nueva de la ciudad, que no por menos antigua hay que despreciarla. Desde luego el amplio jardín japonés que rodea a la EKÖ Haus es un lugar perfecto para esparcirse. Por un momento pensarás que has viajado a algún rincón del país nipón. Y es que Dusseldorf acoge a una importante colonia de japoneses. ¿Por qué te crees que es una ciudad tan cosmopolita?

Cogiendo el metro puedes llegar a otras citas ineludibles de Dusseldorf: Kaiserswerth, un lugar histórico al norte de la ciudad donde se encuentran los restos del castillo de Federico I Barbarroja, o el señorial Palacio de Benrath, de estilo barroco tardío y que alberga el Museo de Historia Natural y el Museo de Historia de los Jardines Europeos. ¡Cómo le gustan los jardines a la gente de Dusseldorf! De hecho, el palacio está rodeado de una inmensa zona verde que te llevará al fondo de tu alma, en total desconexión con el mundo exterior. En tren, a unos diez kilómetros del centro de Dusseldorf, tienes a tu disposición la mejor exposición de antropología que te puedes imaginar. ¿Quién quiere leer libros teniendo el valle de Neander tan al alcance de la mano? En este valle se halló el cráneo de un neardental que ya forma parte de la historia de la arqueología.

La Dusseldorf con más ambiente te espera en Carnaval, festividad de larga tradición en la que la ciudad se transforma en el epicentro más marchoso del país. El resto del año tampoco te aburrirás aquí, que conste. De hecho el verano es una época ideal para disfrutar de la ciudad sin luchar contra el calor agobiante del sur de Europa. Descubrirás una de las ciudades con mayor calidad de vida en el mundo, accesible desde los principales aeropuertos españoles, que te dejarán en el aeropuerto internacional de Dusseldorf, conectado por ferrocarril con el centro de la ciudad. No te dará tiempo a aburrirte: Dusseldorf es siempre animada y acogedora con sus visitantes. Una ciudad donde la cultura se respira por todos sus rincones (no en vano fue la cuna de Johann Heine, uno de los más importantes literatos alemanes). ¿Para qué vas a esperar más a visitarla?